- Bueno señor, creo que es hora de desayunar – dijo el enfermero después de un segundo de silencio que pensé que había sido un punto y aparte en la historia.
- Pero… quiero saber que pasó ¿porqué Edward trata así a Bella? No creo que lo merezca… - musité cómo si fuera un niño pequeño pidiendole a su mamá que le contara otro cuento antes de dormir.
Joaquín soltó una risita tan deliciosa que sentí un apretón en el pecho, no estaría desarrollando una enfermedad cardiaca ¿cierto? Sentí que la piel de mis mejillas se estiraban y para mi sorpresa, me descubri… sonriendo.
- Continuaré leyendo luego si lo desea, señor. Ahora debe desayunar, necesito el trabajo y no me gustaría que la señora encontrara una razon para echarme – lo dijo todo mientras escuchaba que se ponía de pié y se acercaba a mí.
- No lo haría – susurré casi rogando que no fuera asi.
Volví a paralizarme ante la idea de que Joaquín se quedara sin trabajo… ¡basta! No me explicaba el porqué aquel simple joven había calado en mi mente cómo lo estaba haciendo. Concluí que era cosa mía, que me estaba preocupando demasiado por algo que no debía, por algo que me lastimaría y por un asunto perdido desde antes de que el juego empezara… pero ¿cuál era el juego?
Me obligué a mí mismo a borrar todas las ideas locas que se me estaban acumulando, entre ellas, el recuerdo de la dulce voz de Joaquín y seguido a éste, el abrazo que me había dado cómo si supiera que aquello era lo que más necesitaba aunque ni siquiera yo estuviera consciente de ello.
- ¿Cómo se siente hoy señor? – preguntó él mientras me tomaba de la mano y me mostraba dónde estaba mi taza de café.
— Bien… creo — musité sorprendido de que me lo preguntara tan directamente.
— Me alegra escucharlo — susurró e hizo que mis dedos rozaran la cuchara a un lado de la taza, de nuevo aquel hormigueo involuntario.
Desayunamos en silencio, al menos yo estaba concentrado en tomar el alimento de una forma en la que la comida terminara en mi boca y no fuera de ella. Pero en algún momento unas palabras volvieron a mi cabeza y aunque en ese momento lo había tomado cómo un mal chiste ahora simplemente me causaba curiosidad y, tal vez porqué no, una chispa de esperanza.
— Eh… — vacilé —, ¿a qué se refería ésta mañana cuándo dijo que yo también podía leer? — quise saber mientras tanteaba con la mano extendida hacía el plato dónde sabía que estaban las tostadas e intentando mostrarme distraído.
— ¿Ha escuchado acerca del sistema Braille? — inquirió cauteloso al tiempo que me acercaba las tostadas.
— La verdad, no — admití.
— Es un sistema de lectura y escritura táctil para personas invidentes — me explicó y guardó silencio mientras procesaba la información —. Es muy útil, si me permite decirlo, quizás un tanto complicado de aprender al principio, pero luego uno se acostumbra.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
Fiksi PenggemarEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...