Cap. 48 - Final

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El tiempo no podía haber pasado tan rápido. No, aún tenía tanto que hacer y comenzaba a pensar que llegaría tarde a mi propia boda y eso no podía permitírmelo. ¡Y yo que pensé que 3 meses alcanzarían para hacerlo todo! Quise gritar al ver que daban las 7 de la mañana y la ceremonia en el salón de eventos era a las 11 y yo aún no entraba al baño. Quise volver a gritar al saber que Joaquín, mi futuro esposo, estaba a sólo un piso más abajo y no podía verlo.

Me sentía encerrado y enfermo. El agua caliente de la ducha no me aclaró la mente lo suficiente ni hizo desaparecer los nudos de mi espalda.

¡Casarse no podía ser tan estresante por todos los santos!

Intenté calmarme, no había porqué sentir la necesidad de partir en dos el suelo. Me haría daño, es lo que traté de convencerme. Respiré hondo mientras el agua seguía cayendo por mi cuerpo y evitaba pensar en cualquier cosa.

Una nebulosa mental cubrió el desayuno que los chicos me habían subido, porque tampoco podía bajar por miedo a que hiciera trampa y me colara al cuarto del novio (ganas no me faltaban). Mis amigos se habían convertido en algo muy parecido a unos guardias de seguridad con orden expresa de no dejarme salir. Y lo peor era que hacían demasiado bien su trabajo. Mamá y Lizz se encontraban ejecutando la misma acción que Joaquín, un piso abajo.

Me vestí dentro de la misma nebulosa que, al menos, mantenía mis nervios a raya, y todo lo que pude captar fueron los agujeros dónde debía introducir brazos y piernas para no terminar vestido cómo un niño de 2 años. La corbata debió de anudármela Nikolás, mi padrino de bodas, yo no confiaba en mi aparente tranquilidad y dudaba que lograran realizar una tarea tan sencilla y a la vez que requería paciencia.

- Tranquilo Mailo - me dijo Niko mientras cruzaba el extremo grueso de la corbata sobre el más delgado - Verás que todo sale bien ¿Ó piensas que Joaquín podría dejarte plantado? - Y rió.

- Podría - afirmé en un susurro.

- Sabes que en realidad no lo crees - musitó él todavía más seguro.

Esa era la razón por la que lo había elegido a él cómo mi padrino y no a Roy (y su facilidad por hacer chistes hasta de la más tensa de las situaciones) ó a Diego (y sus extraños consejos sobre que hacer en situaciones de estrés no compartían su idea de ponerle coñac al café para 'despertar' la vitalidad) Nikolás me conocía, a veces, incluso más que yo mismo.

- Tienes razón Caballero - Pronuncié colocándole una mano en el hombro cuándo él hubo terminado el nudo - ¿Ahora que hacemos? - Pregunté, él aparte también era mi agenda.

Miró su reloj pulsera por un segundo y frunció el ceño - Creo que ya es hora de ir al salón, debemos salir antes, debemos salir antes de que Joaquín lo haga y así no se crucen en el camino - Me explicó tomando su saco negro.

Al escuchar su nombre la nubosidad a mi alrededor se disipó y los nervios reaparecieron. Me estremecí.

- Tranquilo - me repitió Niko con una risita. Asentí una vez, tenso.

Diego, Roy, Niko y yo, partimos en el auto del primero con la radio encendida de fondo, mis amigos iban cantando alegremente una canción que no reconocí.

Uberto me dió un apretón de manos antes de que saliéramos y se quedó en casa a esperar por Joaquín.

- ¿Qué se siente estar a punto de casarte Osorio? - me preguntó Roy mirándome por sobre el asiento delantero.

Me encogí de hombros tratando de describir la cantidad de sensaciones que embargaban - No sabría decirte, estoy nervioso, ansioso, feliz, quiero casarme, claro que sí, no puedo esperar para estar frente al juez de la mano de Joaquín - conté imaginándome la escena con una sonrisa - Pero al mismo tiempo me estremezco de sólo pensarlo.

Luz De MediaNoche // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora