Cap. 35 - La Visita De Santa

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Esa noche tuve un sueño muy dulce, uno muy real y que incluso durmiendo y sabiendo que se trataba de una ilusión, deseé que se cumpliera.

Joaquín y yo caminábamos por un sendero de hojas doradas y secas que caían de los árboles con extraña gracilidad, la imagen era poco nítida producto de mi ya conocida incapacidad para las imágenes, pero me bastaba para reconocer ese rostro creado por mi mente y que buscaba por todos los medios emular al real y siempre tierno Joaquín.

El Joaquín de mi sueño vestía una sencilla camisa blanca con unos jeans un poco ajustados y una sonrisa remarcando sus mejillas, al verlo tan feliz también sonreí, no podía evitarlo. Me detuve a besarlo, incliné mi cabeza y luego de contemplarlo con adoración uní mis labios a los suyos deseando que nada nos interrumpiera.

Cuándo desperté a la mañana siguiente, ayudado por un eco de risas proveniente de alguna parte, sentí mi cama más fría e incluso más grande que de costumbre. Aún confuso tanteé el espacio vacío a mi lado sin encontrar el rastro cálido del cuerpo de Joaquín. Me senté de sopetón preguntándome si lo de la noche anterior había ocurrido ó si había sido un sueño, me agarré la cabeza tratando de despejar mi mente y apaciguando el mareo por haber abandonado la almohada de golpe.

Noté que estaba desnudo por lo que no podía haber sido productor de mi imaginación cuándo no suelo dormir en ese estado y mucho menos sabiendo que hacía frío.

La sonrisa se extendió rápidamente por mi rostro al recordar las sensaciones de la mejor noche de mi vida y me puse de pié con entusiasmo buscando mi ropa por el suelo y disponerme a realizar mi rutina de limpieza matutina.

Salí de mi cuarto tarareando una canción alegre luego de calzarme los lentes cuándo escuché una melodía parecida mezclada en el aire con el aroma a chocolate y café de nacía en la cocina.

- Buen día hijo – me saludó mamá - Feliz Navidad.

- Feliz Navidad mamá - me apresuré por abrazarla y le dí un beso en la cima de la cabeza. No había olvidado que aquella era la primera vez que pasábamos una Navidad sin papá y eso, aunque ella no lo dijera en voz alta, claramente le afectaba.

- Feliz Navidad Emilio – dijo otra voz femenina desde dónde sabía estaba la mesa del comedor. Sonreí, si ella seguía aquí, de seguro Joaquín también.

- Feliz Navidad Lizz – extendí mis brazos y ella me abrazó cariñosamente

.- ¿Hay alguien más aquí? - pregunté.

- Yo, yerno - escuché la voz profunda de Uberto – Feliz Navidad.

Ambos estrechamos las manos y estuve a punto de preguntar por Joaquín. Comenzaba a creer que tenía turno en urgencias.

- ¡Feliz Navidad Mailo! - gritó una voz aguda desde alguna parte y Renata se aferró a mis piernas de inmediato.

- Feliz navidad Unicornio – dije entre risas a mi pequeña cuñada

- ¡Ven! Quiero mostrarte lo que me trajo Santa - musitó eufórica y tiró de mi mano hasta el living – Joaquín, aquí está Emilio, quiero mostrarle mis muñecas.

- Feliz Navidad Emilio – dijo esa voz impregnada de ternura desde el suelo.

De inmediato, me arrodillé cerca y estiré una mano que él tomó y la puso en su mejilla. Con los dedos delineé sus labios y me acerqué a saludarlo con un suave beso mañanero cargado de significado. Esperaba poder transmitir todo el agradecimiento desde mi interior por haber permanecido, por haberme regalado la mejor de las sensaciones e intentando dibujar un diseño de cuan grande era lo que sentía por él.

Luz De MediaNoche // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora