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Maratón 1/4

-¡¿Por qué mierda no acompañaste a Marco a la bodega?!-Bill estaba colérico, demasiado, sus ojos se abrían más de lo normal y sus puños se apretaban con tanta fuerza que sus nudillos se volvían blancos y sus venas se saltaban, en sus brazos y cuello.

-Estaba ebrio.-Hablo tranquilo, como si el tener a Bill gritándole no le estuviera haciendo subir la bilis hasta la cabeza.

-¡Di la orden de que fueras con el y no te importo y bebiste alcohol!-Bill volvió a gritar furioso, la actitud tan serena y el rostro neutro de Ian lo estaban sacando de quicio.-¡¿Quién te crees que eres para desobedecer mis órdenes?!

-El que trabaja para ti día y noche, mata a quien tú le órdenes y hace lo que le pides.
-Dijo aún manteniendo la cordura ante los gritos coléricos de Bill.

-¡Recibes un maldito sueldo Ian, para eso te pago!

El pelinegro se levantó de la silla bajo la antena mirada del rubio y de Mason, quien se encontraba en silencio parado al lado de la silla de Bill.

-Si recibo un sueldo.-Ian no quería perder la paciencia en ese momento, si lo hacía las cabezas de Bill y Mason iban a volar o tal vez la suya.-No debí de beber, pero no es momento de discusiones Bill, todo salió bien y lo único por lo que debemos de preocuparnos ahora, es por qué las investigaciones para encontrar el experimento se atrasaron.

-¡No trates de cambiarme el tema!

-No estoy cambiando el tema, acepto que me reprendas por incumplir en mi trabajo, pero solo digo que debemos de estar buscando el experimento y no discutiendo.

Bill se quedó callado ante las palabras de Ian, el ojiazul sonrió internamente victorioso, sabía cómo persuadir a Bill en ciertas ocasiones y está era una de esas.

-Ire a averiguar la última información que tuvieron y después regresaré para ponernos de acuerdo en un plan.

-Bien.-Bill asintió más calmado que antes, aún estaba enojado, pero más que estar furioso por qué Ian lo había desobedecido, estaba así por qué Katia lo hacía sentir así

Su vida era perfecta, pero en el momento en que entraba Katia, todo se caía por la borda y se volvía cansado y tedioso, estaba tan arto de todo lo que pasaba en su matrimonio, que ni siquiera el alcohol o otras mujeres eran suficientes para hacer olvidar sus problemas.

Anoche el cargamento de droga había llegado en buenas condiciones, Marco se había asegurado de recibirlo junto a otros hombres y todo había salido bien, pero justo cuando estaba apunto de entrar a la su habitación, Mason había llegado a él diciendo que los hombres que habían mandado otra vez a Brasil habían sido asesinados.

Había perdido a cincuenta hombres en tan solo una noche y nadie había vivido para contar quien había sido quienes los atacaron, era otra de las razones de su cólera, estaban vigilando todos sus movimientos y le enfurecía que el no sabía nada de esa persona.

Para acabar de arruinarlo todo, tenía más responsabilidades que el duro trabajo de siempre.

Ser padre y esposo no era algo que seguía, todo el tiempo trataba de huir de eso, evadiendo el tema por completo, tratando de olvidar que tenía un bebé que escuchaba los gritos y los fuertes sollozos de su madre todas las noches y que por esa razón, comenzaba a llorar como si no hubiera un mañana.

Ya estaba arto de todo, si no eran las pesadillas era esa "cosa", como lo llamaba Bill, llorando por qué quería a su madre, por qué tenía hambre, sueño o por qué se había hecho del baño, Katia vivía prácticamente pegada a el, todos los días y justo cuando Bill queria ese tipo de tiempo a solas con su esposa, el bebé solía ponerse a llorar y la pelinegra terminaba de poner toda su atención en el pequeño, y eso le parecía tan injusto, Katia era de el, de su propiedad, era su propia marca de autos, su propia dosis de cocaína y un simple mocoso de un año no se la arrebataría.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora