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Nueva York, Estados Unidos.

Residencia de Bill

Katia se encontraba en el jardín con Enzo, ella estaba sentada en el pasto mientras miraba y cuidaba a su hijo, quien se encontraba jugando frente a ella con sus juguetes, Katia sonreía al verlo tan feliz y reía cuando su pequeño también lo hacía, verlo así era todo lo que necesitaba para estar bien.

-Katia.-Su cuerpo reaccionó de inmediato a la voz a sus espalda, por lo que de inmediato se puso de pie, sacudiendo su vestido cuando ya estuvo frente a él.

Levantó la mirada observando a Bill con una sonrisa en los labios, últimamente ese tipo de gestos era muy común en ellos dos, pero aún la pelinegra sentía un poco de nervios cuando lo tenía cercas.

-Hola, que bueno que ya estás de regreso.
-Katia sonrió como el lo hacía, tratando de verse interesada por su regreso.

-No tienes idea de lo mucho que te extrañe.

Las mejillas de Katia se encendieron en cuanto escucho eso, se puso tan nerviosa que no supo cómo actuar y guto el rostro para o ver a la cara a Bill. Cuando el actuaba así con ella no sabía cómo reaccionar.

Bill al darse cuenta que aquellas palabras se escaparon de su boca aen voz alta, se callo en cuanto miro la reacción de Katia, pero al ver lo tierna que se veía con las mejillas sonrojadas por haberle dicho que la extrañaba, no le hizo dudas que probablemente y lo de ellos fuera mejorando cada vez más.

-¿Quieres sentarte?-Murmuro la pelinegra aún mirando hacia otra parte.

Bill la miro por algunos segundos, analizando su comportamiento nervioso, al no encontrar incomodidad en ella bajo la mirada hasta el pasto, ahora observando a Enzo, hizo una leve mueca, justo en ese momento Katia volteo para mirarlo y al ver ese gesto no supo si era de molesta por ver a Enzo o de fastidio por tenerlo cercas.

-Si no quieres está bien, podría ser en otro momen...

-No, no, no...es que...-Bill clavo la mirada en el infante, que no dándose cuenta de su presencia en el jardín, seguía jugando con sus peluches en el pasto, sonriendo y soltado pequeñas risitas cuando algo le causaba gracias. Cómo justo ahora, que reía al ver a una mariposa parada sobre la cabeza de uno de su peluches.-Me quedaré.

Katia sonrió, no por que estuviera feliz de su presencia, si no por que por primera vez desde que Enzo nació, Bill había aceptado estar más de un metro cercas de el, cosa que sorprendió a Katia, pero alegro su corazón por qué muy en el fondo de este, sentía que Bill podía redimirse, si no era así entonces el plan con Emily seguiría en pie.

-Enzo, ven cielo.-Katia llamo al pequeño, este de inmediato levantó su rostro y sonrió al verla, pero cuando sus ojos captaron la presencia de alguien más junto a su madre, esa sonrisa en sus pequeños y adorables labios se desvaneció hasta que no quedo nada de ella.-Cariño, ven por favor.

La adolescente volvió a llamar al infante con la esperanza de que dejara la timidez atrás y se acercara a ella para poder estar los tres juntos, y solo por una vez en la vida poder disfrutar del jardín de la mansión en "familia".

El pequeño gateo hasta su madre, metiéndose en su regazo cuando estuvo cercas y escondiendo la cabeza en los brazos de Katia.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora