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Las estrellas brillaban en el cielo oscuro, el aire frío soplaba y sus cuerpos estaban juntos, tirados en el pasto del jardín. Bill se encontraba con la cabeza de Katia sobre su pecho, su pequeño y frágil brazo abrazaba su torso manteniéndose aferrada a él mientras que uno de sus brazos la abrazaba por la espalda pegando su cuerpo más al de él, su otro brazo libre acariciaba con delicadeza los mechones de su cabello que se movían al ritmo en el que soplaba el aire.

—¿No tienes frío?—Pregunto en un susurro con miedo de romper el silencio tan armonioso que estaban teniendo.

—No, estoy disfrutando mucho esto.—Katia mantenía la mirada perdida en los rosales, divagando entre todos sus pensamientos.

—¿Por qué te gustan tanto las rosas rojas?—Pregunto al parecer dándose cuenta de su mirada perdida en los rosales.

—Me recuerdan a mi madre, ella las amaba, cuando vivíamos los tres juntos, el jardín estaba repleto de rosales por todos lados, después de su muerte, la mansión de Noah en Londres se llenó también de rosales, el hacia todo lo posible por verme sonreír así que me ayudo a plantar muchos rosales por todo su jardín.—Su mirada continuo perdida en las rosas rojas de al fondo, le recordaban todos los momentos que paso al lado de su bella y bondadosa madre.—La extraño.—Dijo aún sabiendo lo mucho que odiaba Bill a sus padres.—La época después del invierno siempre es la más dura para mí, es en la que plantaba más rosales en el jardín junto a ella, pasábamos tardes enteras en el jardín, jugando y riendo, nunca pensé que algún día toda esa felicidad se iría muy pronto, pensaba que mis padres conocerían a mi primer amor a sus nietos, pero...—Paro de hablar cuando las lágrimas silenciosas ya habían comenzado a salir, ni siquiera se dió cuenta en que momento comenzó hablar tanto de su madre.—Lo siento si te incomode con esto.—Katia se levantó del pasto para quedar sentada en el. Tenía muchas ganas de llorar y gritar de la tristeza, pero se contuvo por que no era el lugar, ni el momento y mucho menos la persona a su lado con quién quería romperse.

—Lo entiendo, no tienes nada de que preocuparte.—Bill se sentó en el pasto segundos después de que Katia lo hizo, dando palmaditas de consolación en su espalda.—La perdida de la familia siempre será muy dolorosa, cuando toda mi familia murió quería...—Las palabras se las llevo el aire frío cuando se dió cuenta que aún no era tiempo de hablar de eso, Katia también tenía cosas que pensar, por lo que quedándose callado decidió ponerse de pie

—Vamos, debes de estar cansada.

Katia asintió, tomo la mano que Bill le extendió, entrelazaron sus manos una vez que ambos estuvieron de pie, caminaron juntos a la mansión.

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Emily se encontraba en la cocina, había ido por un vaso de leche al no poder dormir debido a los tantos pensamientos que no la dejaban en paz.

Suspiro con cansancio antes de dar un trago a su vaso con leche, se hubiera terminado el líquido si no hubiera sido por la presencia que sintió detrás de ella.

—Alto ahí.—Dijo quitando el vaso de su boca, limpio sus labios con rastros de leche para después girarse sobre sus talones y encarar a quien sea que estuviera detrás de ella.—Marco.—Susurro al ver al pelinegro con el rostro neutro, como siempre y como lo había conocido, parado frente a ella.
—¿Qué haces aquí?

—Ya volví de mis pequeñas vacaciones.
—Recalcó las dos últimas palabras pasando por un lado de la castaña.

—No pensé que serían tan pequeñas.

—Ahora ya lo sabes.—Contesto con tosquedad, bastante común en el y aunque Emily sabía que así era, aún así decidió volver a sentarse en el banquillo de la barra de la cocina.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora