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Muchas veces vivimos con la duda de que hubiera pasado si hubiéramos hecho eso que tanto nos gustaba, si hubieramos seguido a nuestro corazón en vez de las opiniones de las demás personas o si hubiéramos confesado nuestros sentimientos a esa persona que nos gustaba.

Probablemente si hubiéramos hecho lo que realmente queríamos, no estaríamos en las situaciones tan desafortunadas que nos tocó vivir, bueno no a todos nos pasa ese tipo de cosas, pero a mí si.

Nunca hice lo que realmente quería hacer, nunca tuve lo que realmente quería tener y nunca fui quien realmente quería ser.

Mi vida es una mierda, y la constante pregunta que siempre me hago día y noche, me hace agonizar tanto, que no puedo ni siquiera dormir.

¿Qué hubiera pasado si no hubiera nacido?

Mis padres estarían vivos, probablemente, ambos serían felices, mi madre jamás hubiera tenido que desgastarse tanto hasta enfermar y morir, por mi culpa, por qué yo la hacía trabajar día y noche para que pudiera darme de comer.

Mi padre también estaría vivo si yo no hubiera nacido, el nunca hubiera tenido que salir lejos del pueblo todos los días para trabajar y así nunca hubiera muerto en ese accidente, mi destino era no nacer, por qué yo solo traía desgracia a la vida de todos.

Desearía no existir, para que así el curso de las cosas siguiera su camino y la vida de mi madre hubiera sido plena y feliz hasta casarse con mi padre y así ambos estar preparados para tener hijos, pero lamentablemente eso no pasó.

-Ambos murieron y todo por mi culpa.
-Dije en voz alta y por primera vez de todo el tiempo que llevaba hay, deje de mirar los jazmines en mis manos, para mirar la tumba de mi madre.

Seguía tan bien cuidada como siempre, yo era quien me encargaba de eso, le pagaba a un hombre para que siempre mantuviera la tumba de mi madre arreglada, pero suponía que Eva también venía a visitarla seguido, ya que había flores frescas recién puestas, tenía que preguntarle si venía, aunque la verdad no era la primera vez que notaba que la tumba de mi madre tenía sus flores favoritas.

Cada vez que venía, había jazmines nuevos, siempre supuse que se trataba de la mujer que tanto amaba mi madre y de la que escribía mucho en su diario, por ese motivo lo dejaba pasar.

Salí de mis pensamientos y me deje caer en el suelo, de rodillas, deje los jazmines justo en el centro de su tumba y me quedé en esa posición mirando como si pudiera ver a mi madre frente a mi.

No solía venir muy seguido, probablemente dos veces por cada ciertos meses, pero casi siempre que venía solía quedarme horas y horas frente a la tumba, admirando el buen trabajo que hacía ese hombre al mantenerla tan bien cuidada.

Me gustaba el ambiente calmado del cementerio, podía respirar paz y tranquilidad, cosas que en la ciudad no tenía, vivía constantemente atormentado por mis demonios y este lugar era el único que lograba tranquilizarme, aquí era la única parte donde me sentía bien.

-Si yo no hubiera nacido tu y mi padre seguirían vivos.-Volví a culparme frente a su tumba, siempre hacia lo mismo cada vez que venía aquí, me disculpaba y después me iba.-Desearía que mi padre también tuviera una tumba.-Murmure bajo, sabiendo que eso no sería posible, ya que murió en un incendio y no quedó nada de su cuerpo.

Las lágrimas hicieron su intento de salir, pero con todas mis fuerzas me contuve, no iba a llorar, yo nunca lloraba, no desde la muerte de mi madre.

-Lo siento.-Volví a murmurar, me dolía el corazón y no por que me sintiera mal físicamente, si no por que la culpa me estaba matando.-Perdóname mamá.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora