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Segunda parte.

Katia se encontraba sentada en su lado de de la cama, mirando las rosas rojas a través del enorme ventanal, su vista trataba de enfocarlo a el, de ver una pisca de arrepentimiento en su mirada o tan siquiera de preocupación, pero sentía que si lo miraba a los ojos tan siquiera por escasos segundos, su furia y la rabia contenida saldría de inmediato y no quería eso, ya no quería parecer afectada por sus cambios de humor, sus maltratos o su odio, simplemente quería verse fuerte, feroz y tratar de ser firme con el.

Katia estaba arta de siempre ser maltratada, estaba tan cansada de la vida tan miserable y infeliz que vivía, tan solo en un año había tenido que aguantar lo peor de lo peor y sabía que si no hacía algo al respecto estaría condenada por el resto de su vida a la total miseria.

-¿Estás enojada?-Pregunto indeciso, aunque muy en el fondo de su corazón sabía que Katia no tenía la suficiente fuerza para enojarse con alguien, ni siquiera el odio para detestar a una persona.

-Destruida sería la palabra correcta.
-Murmuro aferrándose al peluche de su hijo entre sus brazos.

-Yo l-l...-Bill se quedó callado cuando las palabras no lograban salir de su boca por si solas, le era tan imposible dar una disculpa.-Amm...yo...yo lo....mierda.
-Balbuceo mientras mantenía su mirada fija en la pequeña espalda de Katia.

-Ni siquiera puedes ofrecer una disculpa ni por que estuviste apunto de matar a tu propio hijo.

Bill no dijo nada por largos minutos en los que aprovecho para analizar a Katia. Había algo en ella que le parecía diferente, su dulce voz estaba apagada, su mirada estaba más perdida de lo usual y incluso el brillo en sus ojos que destacaba entre tanta oscuridad, se veía opacado.

-Estás muy indiferente, tu no eres así.

-¿Me prefieres sumisa?-Pregunto tratando de sonar normal, pero su voz se escuchó apagada.

-No es eso.-Tu siempre serás mi sumisa.

-¿Entonces que es?

-Simplemente quiero que hablemos.

-Tu no eres así Bill, tu no eres de hablar conmigo tan tranquilamente, siempre buscas la forma de hacer lo que quieras conmigo, así que por favor deja de ser bueno y dime que es lo que quieres.
-Katia agachó la cabeza mirando el oso de peluche entre sus brazos, en ese momento ese juguete era su único consuelo.

-¿Por qué piensas que planeo algo en contra de ti?-Bill camino hacia Katia, posándose frente a ella, mirándola desde arriba y observando su pequeño cuerpo tensarse ante su alta y intimidante figura.

-Un día me haces preguntas extrañas, diciendo si hubiera la posibilidad de estar ambos juntos y bien, al otro eres bueno y después intentas matar a nuestro hijo y ahora estás aquí, tan tranquilo frente a mi, es como si esto no fuera real.-Katia apretó el peluche hacia su pecho con más fuerza cuando miro los zapatos brillosos y bien limpios de Bill, frente a ella, ni siquiera se atrevió a levantar la mirada, no quería verlo, ni mucho menos tenerlo cercas de ella, toda su valentía se había ido a la basura cuando se tenso ante su intimidante figura.-L-Lo s-s-siento...n-no q-quería d-d-decir eso.

Su pequeño y frágil cuerpo maltratado comenzó a temblar cuando sintió el tacto de la mano de Bill en su mejilla derecha, acariciando como si nunca antes hubiera existido un golpe que provenía por parte de el, en esa zona.

-N-No m-m-me hagas...d-daño.-Katia tembló con más intensidad cuando la mano de Bill se deslizo poco a poco a su cuello, acariciando la cicatriz que comenzaba por debajo de su quijada y llegaba hasta su cuello en forma horizontal.-P-Por fa-favor.-Volvió a suplicar con la voz temblorosa al igual que el cuerpo.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora