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Ethan aparco el auto afuera del restaurante que se encontraba a una hora del hotel donde se estaba hospedando, era su favorito, servían comida muy buena y los waffles de ese lugar eran los mejores que había probado.

El ojiazul entro al lugar, escogió una de las mesas de al fondo pegada a la ventana y tomo asiento cuando estuvo frente al sitio que había escogido. En cuestión de segundos un chico ya estaba frente a él, con una pequeña libreta en mano y sonriendo amablemente.

-Buenos días, ¿Puedo tomar su orden?

-Claro, quiero un par de waffles, una taza de café, fruta y pan tostado con mantequilla y mermelada de fresa.

-Claro, ¿Los waffles llevarán algo encima?

-Crema de maní, mantequilla y miel, por favor.

-Enseguida le traego su orden.-El chico se retiró aún con la sonrisa amable en su rostro.

Ethan suspiro cansado, saco su celular del bolsillo delantero de su pans color gris y cuando lo encendió fue directo a la bandeja de mensajes, tenía varios de Marco y Ian y después de eso nada, absolutamente nada, aparte de ellos dos no había nadie más que se preocupara por el.

Marco y Ian lo eran todo para Ethan, eran como sus hermanos mayores y mejores amigos, no conocía otra familia que no fueran ellos dos, pero aveces sentía que no era así, ambos pelinegros son hermanos de sangre, compartían más que eso y el...el tan solo era un pequeño niño huérfano que había llegado a su mansión cuando los conoció, es más ni siquiera sabía cómo es que había llegado hasta ese detestable lugar que lo corrompió, que aunque era el hogar de Marco y Ian, para el había sido el ollo negro que lo consumió.

La mansión Marshall estaba llena de viejos rumores cuando el llegó, conforme paso el tiempo se dió cuenta que no solo eran rumores que los empleados inventaban, si no, secretos tan oscuros y perversos que el padre de ambos chicos ocultaba y que incluso el mismo quedó marcado con la oscuridad de ese cruel hombre al que Ian y Marco tanto le temían, incluso Ethan se atrevería a decir que ese hombre era a la única persona que Ian y Marco le tenían verdadero miedo y para que eso sucediera, era por qué realmente ese hombre era perverso, era mucho peor que el diablo.

Bill ni siquiera le llegaría a los talones al padre de sus amigos y esa idea le aterraba demasiado, si había una persona peor que el diablo, que Bill, eso significaba que ¿Realmente la oscuridad aún no terminaba de llegar? Ya habían enfrentando cosas horribles, pero ¿Que pasaría cuando el verdadero soberano del infierno descendiera al mundo?

Sin duda ese pensamiento le helo la sangre a Ethan, lo hizo temblar hasta de los huesos y juro sentir como si el mismísimo diablo estuviera parado detrás de el, acariciando su nuca con ese frío sudor que se había apoderado de su cuerpo. No solo Ian y Marco sabían de lo que era capas ese hombre, si no que el mismo también lo sabía, Ethan había sido testigo de los actos atroces de ese demonio apoderado del cuerpo de un ser humano, por qué para el pelinegro, ese hombre no podía ser considerado un humano.

-Aquí está su orden.-El chico de sonrisa amable y semblante tranquilo que lo había atendido desde un principio, lo saco de sus más profundos pensamientos, haciéndolo dar un brinco del susto.-Oh, disculpe por asustarlo.-Dijo apenado.

-No te preocupes, gracias.-Ian lo miro sin sonreír, pero con el rostro tranquilo a lo que el chico asintió y susurro un "de nada" para después retirarse con la misma sonrisa amable.

Ethan miro el plato con deliciosos waffles y el café al lado de este, todo desprendía un aroma delicioso, pero su estómago por alguna extraña razón no se había emocionado por eso a pesar de que cuando llegó al restaurante no soportaba a sus tripas rugir de hambre.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora