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Los rayos del sol no entraban por la ventana y tampoco se escuchaban los pájaros cantar como otras mañanas que a pesar del frío, eran cálidas.

Bill abrió los ojos, parpadeando varias veces hasta que logro abrirlos por completo, bostezo fuerte y se estiró en la cama sintiendo cada parte de su cuerpo relajarse.

-¿Que sucedió anoche?-Se pregunto a si mismo mientras se sentaba en la cama y miraba todo el desastre que había en la habitación.

Confundido giro el rostro hacia un lado para mirar a Katia, encontrándose con que la pelinegra ya no estaba en la cama.

-Katia.-Dijo en voz alta, pero nadie contestó.

Alarmado se paró de la cama, en ese momento se dió cuenta que estaba completamente desnudo, por lo que encontró su boxer al lado de el, tirado en el piso, lo recogió y se lo puso con rapidez para caminar al baño, de dónde salían unos fuertes sollozos y pequeños quejidos de dolor que eran muy audibles en toda la habitación.

La puerta se encontraba entreabierta así que solo tuvo que empujarla levemente para entrar al baño encontrando a Katia adentro de la tina, hecha un pequeño ovillo abrazándose a si misma, con marcas en todo el cuerpo, sangre seca y completamente desnuda.

Sus sollozos y quejidos de dolor se escuchaban por todo el lugar, pero en cuánto Bill entro en el baño, la pelinegra se quedó callada de inmediato, el rubio camino a la tina para ponerse de cuclillas y mirar a la pelinegra, quien de inmediato se abrazo más a si misma tratando de proteger sus partes íntimas expuestas a Bill.

El rubio la miro con preocupación, su pequeño cuerpo temblaba y las lágrimas seguían saliendo de sus ojos, probablemente su llanto ya no sé escuchaba, pero el verla así de destruida afectaba a una parte de su corazón y a él, mientras que la otra aún seguía luchando por mantener la cordura y ser duro con ella.

-¿Qué ocurre?-Se atrevió a preguntar mirando como el cuerpo de Katia empezó a temblar sin control alguno al escuchar su voz más cercas.

La pelinegra se quedó algunos segundos callada, tratando de tragarse su propio llanto y así lograr hablar.

-M-Me d-duele.-Susurro bajo, tan inaudible que si no fuera por el silencio sepulcral del cuarto de baño, Bill no hubiera sido capas de escucharla.

-¿Qué te duele?-Volvió a preguntar mientras recorría todo su cuerpo con la mirada, se veía tan mal y lastimada que el corazón de Bill comenzó a doler.

-T-Todo.-Katia volvió a susurrar abrazándose a más a si misma, no quería verlo, no quería escucharlo, solo quería tenerlo lo más lejos posible.

Los recuerdos de la horrible noche que vivió aún seguían en su cabeza como todos los anteriores, latentes, constantes y dolorosos recuerdos que hacían a su corazón doler.

-¿Pero quién te hizo esto?-Bill frunció las cejas aún más, estaba confundido, no sé acordaba de absolutamente nada de anoche, ni siquiera sabía como es que de estar en un club nocturno, había terminado en la comodidad de su cama.

-F-Fuiste t-tu.

Bill sintió su corazón doler, sus ojos se aguaron como si quisieran salir lágrimas de ellos, le dolía verla así...maldición si que le dolía, se arrepentía tanto de lo que pudo haberle hecho anoche y a la vez se sorprendía por qué cada vez sus sentimientos estaban aumentando, estaba seguro que iba a llegar un punto en el que no los iba a poder ocultar y una prueba de eso, era la inmensa preocupación que sentía por Katia al verla tan lastimada.

-Y-Yo...-Sus palabras quedaron en el aire al no saber que decir. Se sentía dolido, preocupado, pero su orgullo era tan grande que no podía pedir perdón, el diablo jamás se había disculpado con sus víctimas, pero está vez tenía la inmensa necesidad de hacerlo, de pedir perdón las veces que sean necesarias.-Tienes que bañarte Katia.
-Hablo después de algunos minutos de silencio.

Oscuros Secretos Parte 1 - Bill Skargårg [La Mujer Del Diablo Book#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora