VIII

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Podría haber aceptado sin más. Podría haber mostrado sorpresa al ver que Irene la había estado esperando a pesar de sus palabras. Podría no haber soltado un suspiro. Podría no haber puesto ninguna excusa. Pero lo hizo.

- "No llevo la ropa adecuada" dijo Lisa apoyándose en su coche.

- "Pues vamos a tu casa" propuso la más bajita dispuesta a no dejarla ir. "Yo ya estoy lista" añadió.

- "Irene no creo que"

- "Mira Lisa, si no quieres venir no vengas pero no me pongas esa excusa" volvió a insistir la rubia teñida.

Lisa suspiró por segunda vez. Ya no era el hecho de ir a cenar con su antiguo grupo y encontrarse a Jennie en él después del beso, sino que conociese su casa. Ni si quiera había dejado entrar a Namjoon una vez que finalizó la mudanza. Solo lo hizo antes de instalarse en ella puesto que fue el castaño quien le buscó la inmobiliaria. Pero sabía que su antigua mejor amiga iba seguir insistiendo y estaba cansada de hacer daño a las personas con sus frías palabras.

- "Entra" dijo Lisa finalmente abriendo el Citroën.

Irene soltó una sonrisa victoriosa y se dirigió al asiento del copiloto. Siempre conseguía lo que se proponía y con la morena no iba a ser menos. Lisa condujo en silencio sin apartar la vista de la carretera sabiendo que la más bajita estaba sonriendo. Habrían pasado los años pero no había perdido esa pequeña característica. Siempre lo hacía.

La rubia teñida se quedó impresiona al ver cuán lejos vivía Lisa. Ahora entendía por qué no la había visto en todo el tiempo que ésta llevaba viviendo allí. Si la morena quería permanecer aislada de la vida de la ciudad sin alejarse de ella, realmente lo había conseguido. Pero no fue lo único que le sorprendió, sino también la imagen de Lisa acariciando un pequeño gato gris que la esperaba en la entrada.

No pudo evitar reprimir la sonrisa en cuanto reconoció a la antigua Lisa, la que en su día fue una de sus mejores amigas, acariciando el felino. Ahora estaba segura de que seguía quedando parte de esa chica en la que tenía frente a ella. Solo era cuestión de tiempo hacerla volver.

- "Pensaba que no te gustaban los gatos" comentó Irene sin dejar de observar la escena.

- "Las personas cambian" respondió con su habitual tono serio.

Lisa dudó mientras introducía la llave en la puerta principal de su casa. Podría dejarla esperando en la entrada pero sabía que eso no era nada educado y que si ya había dejado que la acompañase hasta allí, no había vuelta atrás, por lo que soltando un suspiró abrió la puerta dejándola pasar.

En cuanto la rubia teñida entró por la puerta principal y Lisa encendió las luces que alumbraban toda la casa, dejó que su expresión mostrase todo su asombro. Tenía cierto color pero no dejaba de mostrar su tonalidad fría, como ella. No había fotos colgadas, tan solo un simple cuadro. Se preguntaba si el resto de la casa sería así.

- "Tengo que ducharme, ¿te importa esperar?" preguntó Lisa notando cómo Irene observaba con atención su salón.

- "Para nada" respondió ésta sentándose en el beige sofá.

Lisa asintió conforme y se dirigió hacia su habitación seguida por el pequeño Luca quien prefería estar junto a ella. Mientras preparaba la bañera en su baño privado, se dirigió a su armario. Si iban a ir a cenar elegirían otro restaurante como el de la vez anterior, por lo que después de pensar durante varios minutos, dejó una falda de tubo blanca con varias costuras negras en forma de mosaico sobre la cama junto con un fino jersey del mismo tono con el cuello blanco que dejaba expuesto su abdomen bajo el encaje de éste.

adaptación- cenizas - JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora