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"Tú nunca la has amado Lisa, lo único que tú querías era no estar sola. O quizás, solo la utilizabas para tener algo bueno en tu miserable vida, pero tú no la amabas Lisa. Porque tú no destruyes a las personas que amas"

"Has jugado con ella como has querido. Nunca te importó su bienestar, solo el tuyo propio y eso es muy egoísta Lisa "

"Te creíamos nuestra amiga, una persona distinta, pero ahora tanto el resto como yo nos hemos dado cuenta de que lo único que salió de tu boca fueron mentiras"

Con la respiración agitada y un escalofrío recorriendo toda su columna, Lisa se despertó aquella mañana de abril recordando las frases que sus antiguas amigas le dijeron siete años atrás cuando eran unas adolescentes. ¿Por qué ahora?, ¿Por qué después de tanto tiempo?

Soltando un fuerte suspiro miró hacia el despertador digital de su mesita de noche que marcaba las 7:32 am. Aún faltaba media hora para que éste sonara. Desconectó la alarma y posando sus pies finos y descalzos sobre el suelo de madera de su casa, se levantó de la amplia cama para dirigirse a su cuarto de baño privado.

Aún tenía las frases grabadas en su mente. Tal vez no había sido buena idea volver a la ciudad donde creció. Tal vez tampoco lo había sido abrir su propia clínica dental allí. Tal vez, solo tal vez, debería haberse quedado en la ciudad donde hizo la carrera de odontología.

Apartada de todos sus familiares y antiguos amigos, de todos los recuerdos que creó allí hasta su dieciocho cumpleaños, pero, sobre todo, apartada de ella.

Lisa había gastado sus ahorros en una pequeña casa a las afueras de la ciudad. No quería ruidos ni tampoco vecinos. Ésta contaba con un solo piso que disponía de una pequeña cocina conectada al salón comedor, dos habitaciones: la de invitados y la principal, dos baños y por último una plaza de garaje en el porche. No necesitaba una mansión para ella sola, por lo que estaba conforme.

Tras sentir el agua caliente de la ducha correr por su cuerpo durante quince minutos, se dirigió de nuevo a su habitación envuelta en su albornoz azul deteniéndose en el armario. Desde que tenía memoria se hacia la misma pregunta frente a él todas las mañanas.

- "Vamos Lisa, ¿qué será esta vez?, ¿un jersey?, ¿una camisa?" se preguntaba a sí misma mientras buscaba dentro del armario.

Minutos después se decidió por un fino jersey de color beige junto con unos vaqueros ceñidos acompañados por unos bajos tacones negros. No se demoró mucho en añadir complementos puesto que con la bata blanca no se apreciarían, así que se peinó suavemente su larga melena oscura después de echarse una capa básica de maquillaje y se dirigió a la cocina.

La habitación de Lisa no era nada del otro mundo, durante el año que llevaba viviendo allí había mantenido el blanco de las paredes que resaltaba con el suelo de madera y éstas solo estaban decoradas por dos marcos que había colgado con la esperanza de enmarcar alguna foto.

Pero lo cierto era que después de casi cuatrocientos días viviendo allí, seguían con la misma imagen que traían al comprarlas. Según ella no había encontrado ninguna foto de la que sentirse orgullosa para ver por las mañanas, y es que así era Lisa, una chica de veinticinco años que se dedicaba exclusivamente a su clínica sin ninguna otra excepción.

Al tener media hora más como tiempo extra, pudo demorarse desayunando y acompañó su habitual zumo con un buen gofre cubierto de nata y chocolate. No tardó en preparar su bolso y coger las llaves de su Citroën C4 aparcado en el porche. El camino hacia la clínica se le hizo más largo de lo habitual, a pesar de ser más temprano había mucho más tráfico y peatones, hecho que lo pudo asociar al inicio de los institutos. Pensando en eso último hizo una mueca de asco mientras aceleraba.

adaptación- cenizas - JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora