EPILOGO

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Ella nunca será tú. Ella nunca será tú. Ella nunca será tú.

Escuchando el sonido de la brisa traspasando la ventana, consiguiendo así que notase las bajas temperaturas, Lisa pestañeó varias veces antes de abrir los ojos con molestia a causa de los rayos del sol. Estirándose en la cama que notaba más vacía que de costumbre, quedó finalmente sentada en ésta con un extraño presentimiento.

La voz ronca de Jennie se había repetido en su mente una y otra vez, provocándole que se le erizara la piel. Pero no lo había sentido como algo real, sino como si no hubiera llegado a ocurrir, como si todo hubiera sido un sueño. Pasando sus finas y frías manos por su rostro, tras negar con la cabeza, se levantó finalmente de aquel cómodo colchón para prestar atención a su alrededor. No había nada.

Las blancas paredes que resaltaban con el suelo de madera, estaban completamente vacías al igual que los muebles que decoraban su habitación. Estaba todo exactamente igual que el día que se mudó a su pequeña casa y aquello consiguió aterrarla.

-"No puede ser" murmuró, creyendo que su historia con la artista había sido producto de su imaginación.

Rápidamente, notando la frialdad en sus pies descalzos, se dirigió al pasillo donde el retrato natural que le hizo en su día, tampoco estaba allí. Mordiéndose el labio inferior preocupada, llegó hasta la puerta del cuarto oscuro donde había pasado horas y horas, pensando solamente en el revelado. Sin embargo, en cuanto la abrió, se encontró con una cama barata y un escritorio antiguo en una habitación de paredes blancas y no negras. Fue entonces cuando algo vino a su mente.

Luca.

Desesperada, abandonó la sala y corrió hacia la cocina donde ni el comedero de éste, ni sus respectivos juguetes, estaban allí. Notando un leve mareo, se apoyó en el marco de la puerta y cogió aire con fuerza hasta que se vio recuperada. Levantando de nuevo su cabeza, contempló el salón, el cual, como el resto de su pequeña casa, había vuelto a obtener la decoración inicial.

El retrato, la guitarra, las imágenes reveladas, los recuerdos, el felino, su supuesta vida, todo había desaparecido. Sin embargo, no podía creerlo. No podía tratarse de una simple pesadilla. Había sido demasiado real, el sufrimiento lo había sido. Por eso, corrió hasta su cuarto de baño privado, consiguiendo que sus sonoros pasos se escuchasen en el suelo de madera.

Nada más ver su desaliñado rostro en el reflejo del espejo, se acercó a él lentamente llevándose los dedos índice y anular hasta su ceja de la misma forma que supuestamente lo había hecho al caer de la tabla de surf y despertar junto a Jennie. Milésimas de segundos después, encontró lo que estaba buscando: la diminuta cicatriz que le había quedado como secuela.

Confundida, se quedó en silencio frente al espejo hasta que escuchó un ruido proveniente del exterior. Con el ceño fruncido, anduvo hasta la puerta principal donde nada más abrirla, no solo se encontró con la helada brisa penetrando bajo su pijama, sino también con Namjoon transportando cajas embaladas al camión de mudanzas aparcado frente a ella, de la misma forma que lo hizo cuando se mudó.

Éste, nada más verla, las dejó apiladas en el suelo junto al resto y la miró sorprendido por su expresión confusa y por aquel peculiar pijama de magdalenas. Con intención de acercarse, se colocó bien su abrigo de color marrón mientras caminaba hacia ella. Había notado en su rostro algo que llevaba varios meses sin ver, pero aun así habló como si nada.

-"¿Y esa cara?" le preguntó, con una expresión divertida.

-"¿Qué estás haciendo?" preguntó la odontóloga de vuelta, ignorando su pregunta y sin reparar en su vestimenta.

adaptación- cenizas - JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora