A la mañana siguiente todo parecía haber vuelto a la normalidad. Lisa se despertó pensando que no había sido real lo que había ocurrido y que tampoco lo había sido aquel beso con la artista. Pero se equivocaba, porque todavía notaba el sabor en sus labios.
Jennie la había besado. Ella. Y lo había hecho sin aparentemente ningún rencor. Lo había notado, la odontóloga lo había hecho.
Era un beso sincero en los que sientes que es la persona correcta, un beso en el que te olvidas de todo por unos cuantos segundos, pero en su caso, éstos fueron más escasos.
Lisa no mentiría si dijese que quería haberlo profundizado más, o hacerlo más duradero, pero no podía dejar que la artista jugase así con ella.
Realmente le había molestado que Jennie pensase que con un beso iba a hacerle olvidar lo que había hecho. Pero sí que había olvidado algo, y esto era la existencia de Nayeon.
¿Seguiría amándola tanto como decía? No, seguramente no, o al menos eso pensaba la de ojos marrones, ya que si estás enamorada de una persona, y decidida a compartir el resto de tu vida con ella, no besas a la primera que se te cruce. Independientemente de si dicha persona, sea a la que más has amado, o el amor de tu vida.
En eso mismo pensaba la odontóloga mientras observaba el blanco techo de su habitación. No escuchaba ruido fuera de ésta por lo que suponía que Namjoon no había vuelto. Le preocupaba tanto la opinión de éste y su hermana, que ni si quiera había sido capaz de conciliar el sueño.
Después de estar al menos media hora escuchando música deprimente en el salón, hizo el intento de irse a dormir. Pero se quedó en eso, en un intento.
Luca, consciente de que su dueña ya estaba despierta, dio un pequeño brinco hacia la amplia cama, quedando de nuevo encima de su vientre. Lisa, inconscientemente, le acarició su grisácea cabeza soltando un sonoro suspiro.
Mientras ésta recapacitaba en silencio, Jennie llegaba a su apartamento cargando dos pesadas bolsas llenas de medianas piedras. Había estado el resto de la noche recolectándolas, junto con trozos planos y alargados de madera, además de algas que había dejado escondidas en la playa después de largos paseos por la orilla.
Necesitaba que Lisa la perdonase, por todo. Se lo había propuesto y cuando Jennie Rubí Jane Kim se proponía algo, hasta que no lo conseguía no se detenía.
Qué pena que no fuese así respecto al amor. Qué pena que su exnovia fuese una chica difícil.
Por otro lado, estaba Julia, quien escuchó la puerta cerrarse y luego un par de quejidos por parte de la artista. Estuvo así un par de minutos hasta que decidió salir de su habitación para comprobar qué sucedía. Pero justo cuando quiso asomarse a la de Jennie, ésta cerró la puerta.
Encogiéndose de hombros, se dirigió hacia la cocina para desayunar algo que muy pocas veces tomaba: un café bien cargado. No sabía cómo iba a reaccionar al ver a su hermana, pero lo que sí sabía era que en ese instante, no le apetecía nada verla.
Fue entonces, con la taza casi vacía, cuando Jennie apareció frente a los oscuros ojos de la veinteañera, en albornoz, con una toalla en su cabeza que envolvía su ahora húmeda y corta melena. Pero tanto blanco, solo hacía resaltar más las ojeras que tenía bajo las cavidades de sus ojos.
-"¿Me pones uno?" preguntó la artista señalando hacia la cafetera, a lo que Julia asintió.
-"¿Has estado hasta ahora en la playa?" preguntó ésta provocando confusión y miedo en Jennie. "Te he oído llegar" aclaró.
-"No podía dormir" respondió la de ojos verdes sin llegar a mentir.
Esa breve conversación se vio interrumpida por el sonido de la cafetera. Segundos después, Jennie tenía entre sus manos una taza completamente llena, tal y como le gustaba.
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adaptación- cenizas - JenLisa
Fiksi PenggemarImagina por un momento que la persona que tanto te marco en tu pasado vuelve diciéndote todo lo que jamás te dijo estando contigo, que ha cambiado y que esta vez será diferente. ¿Qué harías? Esto es una adaptación de la historia original de Andrea...