LXVIII

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Nada más ver aquella frase, Jennie apartó el marco rápidamente de sus manos, las cuales le temblaban. Levantándose rápidamente del colchón, sintió una fuerte presión en el pecho y una gran oleada de lágrimas que amenazaban con salir. Aquello no era un sueño, era real.

Durante muchas horas había estado a solas con sus propios pensamientos, debatiendo sobre los sentimientos de Lisa hacia ella. La artista había llegado a creer que era todo una farsa, pero una parte de ella imaginaba que no era así, y mucho menos después de haber hecho el amor. Sin embargo, lo creía como algo que resurgió en las vacaciones, no mucho antes, tal y como al parecer había sido.

Dicho marco se lo había regalado la odontóloga el día de su cumpleaños, y de eso habían pasado casi tres largos meses, y por consecuente, cinco desde que su exnovia había vuelto a reaparecer en su vida. Solo había dos meses de diferencia entre ellos. 60 días en los que al parecer, Lisa había estado debatiendo aquel sentimiento en su cabeza.

-"¿Sabes Jennie? Yo estoy completamente segura de que no siento lástima por ti"

Ese día Lisa se lo confesó de una forma tan simple, que no supo verlo, y lo cierto era que la artista se sentía de la misma manera en aquel momento. Si tan solo hubiesen dejado atrás su cobardía, su orgullo, y su rencor, las cosas hubieran sido demasiados distintas, pero, ¿qué es el amor sin una lucha contra viento y marea?

Todavía había algo que la de penetrantes ojos verdes no entendía.

¿Por qué ocultarlo detrás del cuadro? ¿Por qué esperar hasta que algo así ocurriese y pudiera verlo? Pero la respuesta era clara y simple; Lisa tenía miedo. Miedo a no saber lo que estaba sintiendo, miedo al rechazo, miedo a creer que era otra confusión pasajera, pero eso Jennie no lo sabía.

Observar aquella confesión a lo lejos mientras se acercaba a su escritorio, consiguió que la artista se replantease varias cosas. Fue entonces cuando su reloj digital comenzó a sonar anunciando las doce de la noche, y con ello un nuevo día. El día de su boda.

Rápidamente el cuerpo comenzó a pesarle más de la cuenta y las manos a incrementar su temblor, junto a la ligera capa de sudor que se había formado en ella. No podía casarse. No con alguien a quien no amaba. No por obligación. Y estaba dispuesta a no hacerlo.

Sabía que había mucho en juego, y que diese el paso que fuese, tendría alguna consecuencia. Si le daba el 'sí, quiero' a Nayeon, perdería a Lisa. Si no lo hacía, ésta última podría salir herida. Pero, ¿a quién quería engañar? Su padre tenía razón, debía dejarse llevar y ver hacia dónde la llevaban sus sentimientos, siendo también cierto lo que le había dicho Irene, donde la odontóloga más a salvo podía estar, era en sus brazos.

Sin más, a pesar de ser más de media noche, buscó entre aquel caos que había en su escritorio, su teléfono móvil. Eligiendo el nombre que se encontraba en la pestaña de favoritos, se llevó éste hacia su oreja izquierda, consiguiendo que se escuchase un leve sonido al hacer contacto con sus piercings. Al no obtener respuesta, colgó.

Tal vez aquello fuese el destino intentando hacerla cambiar de parecer pero, ya había tomado una decisión y esa vez, estaba completamente segura de que era la correcta.

Insistente, recogió sus pertenencias con intención de abandonar el estudio lo antes posible, pero antes de hacerlo, volvió a detenerse frente a su escritorio donde guardaba las fotos que tenía con la odontóloga. Rebuscando entre ellas, encontró la imagen que las definía perfectamente a ambas, concretamente aquella en la que sus miradas estaban perdidas la una en la otra.

Sin perder ni un segundo más, cogió una chincheta del corcho y colocó dicha foto en el centro manteniendo aquella pequeña sonrisa de labios curvados. No estaba dispuesta a dejar pasar aquella oportunidad, no otra vez, pero también era consciente de algo: había jugado con su exnovia a su antojo, y no era su palabra la única que contaba en todo aquello.

adaptación- cenizas - JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora