XXV

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En ningún momento un 'tenemos que hablar' significaba algo bueno. Por eso mismo su rostro se descompuso más de lo que ya estaba. No podía haberle pasado nada Luca. No. No podía.

-"¿Qué-qué?" tartamudeó sin poder llegar a componer la pregunta.

-"Oh, lamento asustarla no era mi intención" se disculpó Josh. "Su gato está siendo operado en este mismo instante, pero necesitaba informarla acerca de la donación de órganos" explicó.

Donación de órganos. ¿Acaso eso era posible en animales? Pero aun así, sin comprender aquello, dejó escapar un gran suspiro de alivio de sus labios, al que se unió con otro más leve, la de gatunos ojos verdes quien se encontraba tras ella.

-"No va a hacer falta firmar ningún documento sobre eso porque lo van a traer de vuelta con vida" dijo Jennie con una voz firme colocándose entre Lisa y Josh.

-"Lamento esto señorita..."

-"Kim" contestó sin perder el tono.

-"Señorita Kim" continuó el joven. "Pero son normas que debo seguir y mi trabajo es informarle de ellas" explicó.

-"En ese caso, suponiendo que le pasase algo ahí dentro" dijo señalando hacia las puertas blancas. "La señorita Manobal tomará la decisión, mientras tanto no"

-"Creo que debería responder usted a eso" sugirió Josh molesto mirando a Lisa.

-"Yo... estoy de acuerdo con ella" concluyó firmemente.

Nada más escuchar aquello, el joven de pelo cobrizo rodó los ojos para volver por donde había venido sin decir ninguna palabra más. Ambas habían notado la molestia en él ya que solamente estaba haciendo su trabajo. Pensando en por qué Jennie se había metido en la conversación por segunda vez, caminó por los blancos pasillos hacia la cafetería siguiendo las indicaciones en silencio. Sabía que la de gatunos ojos verdes la seguía porque escuchaba el sonido de sus pasos detrás de ella.

Quería detenerse y que sus cuerpos chocasen. Quería que Jennie la abrazase por la espalda y dejara su cabeza recostada en su hombro. Quería sostenerla con firmeza en sus brazos. Quería escuchar su voz en un susurro. La quería a ella, pero no la tenía.

Nada más llegar a la cafetería, un hombre de unos cincuenta años con un poco de sobrepeso, limpiaba una taza blanca con un paño a cuadros. Al verlas entrar por la puerta sonrió mostrando una sonrisa amarilla a juego con la parte inferior de su bigote canoso. Fumaba, y Lisa lo tenía bastante claro.

-"Buenas noches" saludó ésta acercándose a la barra. "Un café de máquina bastante cargado" pidió buscando en su bolso la cartera.

-"¿Y para usted?" preguntó mirando a la de gatunos ojos verdes.

-"Un zumo de piña" respondió Jennie ganándose dos miradas confusas.

La de profundos ojos marrones, había dejado las monedas encima de la barra gris antes de sentarse en la mesa más alejada de toda la cafetería. Ésta no era muy espaciosa y tampoco contaba con demasiados asientos, pero aun así, encontró el sitio adecuado. Estaba junto a un gran ventanal que daba a una calle peatonal la cual parecía estar vacía. Por eso la había elegido, porque solo necesitaba paz y tranquilidad en aquel instante, pero algo le decía que con Jennie a su lado, todos sus pensamientos y deseos se iban a volver en su contra.

Pocos segundos después de escuchar el sonido de un par de monedas caer sobre la barra y la máquina registradora abrirse, notó cómo Jennie arrastraba uno de los bancos negros de metal para sentarse en la misma mesa que ella. Aun no entendía por qué seguía allí. Quería pregúntaselo pero después de escuchar la conversación que le había hecho vomitar minutos atrás, no le apetecía ni si quiera mirarla.

adaptación- cenizas - JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora