—Ya puedo darme cuenta que no le tienes miedo a nada, ni a nadie y eso, me gusta. —Habló ese hombre.
—En la vida uno tiene que morir en algún momento y no es algo de lo cual hay que tenerle miedo.
Sí, debo callarme, porque me estoy haciendo la más valiente con este hombre y no sé, si ese hombre intente algo más conmigo.
—Eso es así, mi tigresa. —me responde y suelto un bufido.
—Me llamo Margarita, no tigresa. —le respondo mirándolo seriamente.
Si cree que le voy a decir mi nombre real se equivoca, porque no sé quién es este hombre y tampoco quiero descubrirlo. Bueno, aunque ya puedo imaginarme en qué trabaja y por eso, prefiero ocultar mi nombre real.
El conductor estaba armado, al igual que los hombres de las camionetas que nos persiguen y es que yo ando al pendiente de todo.
—Me llamo Karim y siéntete afortunada, porque serás la única que tendrá el derecho de llamarme así.
Mierda, debo resaltar que su nombre me parece hermoso y de nacionalidad árabe o marroquí. Deberé investigarlo en las páginas de la web y saber de qué nacionalidad pertenece ese nombre.
—¿Acaso me está coqueteando? —le pregunté de manera directa y sin apartar la mirada de sus ojos.
—Mi tigresa, pensé que ya te habías dado cuenta. —Habló ese hombre y suspiro.
—Que no soy tu tigresa y mejor llámame por mi nombre. —le vuelvo a repetir y sonrió ampliamente.
—No me gusta ese nombre para ti y prefiero llamarte tigresa. —Hablo seriamente y no digo nada más. Creo que es momento de callarme la boca y dejar de jugar a ser la más valiente.
—¿Y dónde está mi amiga? —le pregunto desviando el tema de conversación.
—Estamos por llegar y ahora no vuelvas a ese bar nunca más o al menos que sea conmigo a tu lado.
De inmediato la camioneta se detuvo, pude observar mi auto y a Ámbar al lado del mismo.
—Ni me lo tenías que decir, porque eso, ya lo tenía en mente. ¿AH? Y deberías dejar de pensar que no volveremos a ver, porque eso no sucederá. —dije abriendo la puerta, pero su mano me detuvo.
—¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú? —habla sonriéndome coqueto y yo le devolví la risa; pero la mía era cínica.
—Sí. —le contestó sin miedo alguno y él dejó un beso en mi mano.
—Mi tigresa no me hagas reír y espera noticias de mí, muy pronto. Ahora bájate de mi camioneta y ve a tu casa.
De inmediato me bajé del auto y me dirigí hacia Ámbar. Al llegar la abrace con mucha fuerza y puede ver como el auto de Karim se iba dejándonos solas en un estacionamiento de una tienda abandonada.
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¿O eso es mucho pedir?
Random¿Qué haría si a tus 21 años, pierdes a tus padres en una accidente automovilístico, te toca buscar un empleo de medio tiempo y para completar tienes que hacerte responsable de la custodia de tu hermana menor de 6 años? Todo esto me pasó a mí y en ta...