Capítulo 38

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Observó la caída del sol por las ventanas y es aquí cuando me doy cuenta de que he estado ida entre mis propios pensamientos acostada sobre esta camilla durante largas horas

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Observó la caída del sol por las ventanas y es aquí cuando me doy cuenta de que he estado ida entre mis propios pensamientos acostada sobre esta camilla durante largas horas. Sí, he estado reviviendo una y otra vez la escena de ver a la tía Bianca desplomarse en llanto hasta llegar al suelo. Claro que esto había sido provocado por la fuerte impresión que ha sido el enterarse de la muerte de su madre.

Comienzo a creer que he sido yo la causante de su desmayó, al recordar cómo se había alterado tanto cuando le he tenido que confesar que no recordaba con exactitud lo ocurrido esa noche y que lamentaba tanto el no poder responder a sus preguntas.

Y sí, había decidido ser una cobarde y una mentirosa. Aunque cabe destacar que este hecho provoco que me sintiera aún más culpable por todo lo que esta pasando.

Sin embargo, a la misma vez la entiendo, era su madre y si hubiede si yo también andaría exigiendo respuestas. Porque nadie más que yo, conoce el dolor tan grande que deja esa desgarradora perdida.

Paso a sentarme sacando las piernas por fuera de la camilla y seco de inmediato la lluvia de lágrimas que recorrían por mi rostro en completo silencio. Luego extiendo mi mano hacia la mesita de noche para ver la hora, justo eran las 6:30 de la noche y aprieto mis ojos para no derramar ninguna lágrima más. Luego de respirar profundo varias veces, vuelvo a tomar el celular y me pongo a verificar las notificaciones con la esperanza de encontrar al menos una llamada o un mensaje de parte de la bestia.

Sin embargo, no encuentra ni una y esto comenzaba a hacerme entender que sigue furioso conmigo por mi forma de gritarle esta mañana. En mi defensa fue producto del gran dolor, de la rabia que me arropó en aquel momento y la gran culpa tan grande que estoy sintiendo.

—Amarilis, ¿a qué no te imaginas con quién acabo de encontrarme en el ascensor? —exclama la desordenada de Ámbar entrando por la puerta de mi habitación.

—No estoy para adivinanzas y ni para ver a nadie. —zanjó, mientras me volvía a recostar sobre la cama dándole la espalda. —Además, lo que más me preocupa ahora mismo es saber cómo sigue mi tía Bianca.

Obvio que mandé a mi amiga y eso es porque sigo sin poder ir a darle la cara.

—No fue nada tan grave, amiga. Sólo ha sido un bajón de azúcar lo que le provocó el desmayó, pero ya la estabilizaron. Lo único que no le darán de alta hasta que los niveles de azúcar se hayan normalizado por completo y próximamente la tendrás de vecina. Porque la subieran a este mismo piso y así que mañana podrás ir a verla. —De inmediato quedó sentada en la cama mirándola directamente a los ojos y un poco incómoda con su forma de desmerecer el desmayo de mi tía.

—¿Qué no fue nada, Ámbar? Joder, que sea ha desmayo porque no aguantó la impresión de verla. —le recuerdo y luego vuelvo a recostarme sobre la cama cubriendo mi rostro por culpa de las lágrimas que vuelve a salir.

Mis emociones son un jodido desastre ahora mismo y ya no aguanto cargar con más preocupaciones de las que ya tengo.

Al cabo de unos minutos, siento el otro lado de la cama hundirse y después siento unas manos acariciarme suavemente mi cabello.

¿O eso es mucho pedir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora