A la mañana siguiente
Luego de desayunar con Dalia y mi mujer, me ofrecí a darle un paseo en caballo a Dalia por todos los alrededores de la mansión. La tigresa se había quedado estudiando junto a Amira y ahora que voy de regreso las puedo ver de lejos a ambas sentadas en la terraza.
—Princesa, ¿te gustaría que yo fuese el novio de tu hermana? —Ella se quedó en silencio como que pensando mi pregunta y yo sonrío.
—¿Vas a jugar conmigo como lo hacía Adrián?
Esta niña me sale con otra pregunta sin nisiquiera haber respondido a la mía. Aunque a la misma vez me preguntaba:
¿Quién diablos era Adrián?
Sin embargo, creo que debe ser algún ex enamorado de mi mujer.
—Si jugaré contigo, te llevaré a pasear y te compraré muchos juguetes.
—¿Y tú sí me llevarías a conocer el castillo de las princesas?
No sé, a qué carajos se refiere cuando dice "el castillo de las princesas"; pero no puedo decirle que no y claro que la llevaré a donde ella quisiera. Porque el dinero es lo que me sobra y no me molestaría gastarlo en ellas.
—Princesa, te llevaré a donde tú quieras, pero solo si tu hermana acepta. ¿Vale? —Ella grita un enorme sí de la emoción y sonrió. —Y entonces, princesa: ¿me das el permiso de ser el novio de tu hermana?
—Sí. —me responde muy alegre y yo sonrío satisfecho.
No continuamos la conversación al haber dado el alto al caballo para detenernos justo en la entrada de la terraza de atrás de la casa y veo a Amarilis acercarse a nosotros con una sonrisa. Al llegar toma a la niña en brazos para bajarla del caballo.
—Mi nuevo amigo, me llevará a conocer el castillo de las princesas. —gritó la niña emocionada y la tigresa me miró con una ceja alzada.
—Lindura, solo le dije que la llevaría, pero si tu le das el permiso.
—Por favor, yo quiero ir. —chilló la niña y escuchó un fuerte gruñido de Amarilis.
—Dalia hablaremos más luego de eso, ¿si?
—Vamos dile que sí, tigresa. —le pido sonriente y ella pasa a sonreirme igual.
—Lo pensaré, pero ahora cuéntame. ¿Cómo estuvo el paseo con tu nuevo amigo?
—Vi un reno y también el mar. —contó la niña emocionada.
—Ah sí, pues ahora yo quiero ir a ese mismo paseo. —declaró y yo bajo del caballo para ir a rodear su cintura con uno de mis brazos.
—Vamos mi tigresa, que ahora te toca a ti.
—Pero, ¿y Dalia?
—Lindura, eso lo resolvemos ahora. —le contesté y me di la vuelta para llamar a Sara por el celular. Ella no tarda en aparecer por la puerta trasera de la casa, ya que le había dado esa orden y se acerca a nosotros. —Cuida a Dalia a lo que mi mujer y yo regresamos de dar un paseo.
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¿O eso es mucho pedir?
Random¿Qué haría si a tus 21 años, pierdes a tus padres en una accidente automovilístico, te toca buscar un empleo de medio tiempo y para completar tienes que hacerte responsable de la custodia de tu hermana menor de 6 años? Todo esto me pasó a mí y en ta...