Abro los ojos y miró la habitación en la que me encuentro. Las paredes eran totalmente blancas y a mi alrededor habían varias máquinas sonado. Tuve que pestañear varias veces para acostumbrarme a la luz "led" de este lugar y luego detengo mi rostro en el cuerpo que se encontraba tendido sobre el sofá a un lado de la cama.
Definitivamente me alegro el no encontrarme totalmente sola en esta habitación y procedo a quitarme la máquina de oxígeno. Para mi sorpresa me doy cuenta de que también tengo un suero colocado en mi mano derecha.
Todo esto, solo me da a entender, de que efectivamente estoy en un habitación cinco estrella de algún hospital de esta ciudad y con mucho cuidado aprieto los botones de la camilla para quedar sentada. Inconsistentemente miró mi cuerpo, dándome cuenta de que estoy cubierta por una colcha gruesa y la alzó para encontrarme con una pijama de vestido junto a unas medias para el frío.
No recuerdo nada de cómo llegué hasta aquí, pero lo que sí recuerdo es lo que me ha traído a este lugar. Las lágrimas se asoman en cuanto comienzo a pensar en que estaba haciendo antes de seguramente llegar aquí y más lágrimas se hacen presente en cuanto comienzo a revivir la imagen de mi abuela tendida sobre el suelo cubierta de sangre.
Alzo mis manos para comprobar que ya no hay sangre de su cuerpo en ellas y cierro mis ojos por el dolor que me carcome ese recuerdo.
—Karim. —lo llamó con mi voz débil por culpa de mis lágrimas, pero no me responde y vuelvo a intentarlo subiendo un poco mi tono de voz.
Al segundo intento, abrió sus ojos de golpe y se levantó del sillón para llegar a mí. Sin decirme ni una sola palabra se sienta en el borde de la cama para rodearme con sus brazos y después me deja un beso sobre mi cabello. Debo destacar que ha sido el mejor gesto que ha tenido conmigo y por eso, me aferro cada vez más a su torso sin detenerme de llorar.
Quiero llorar.
—Joder, hasta que al fin despiertas, lindura. —lo escucho decir y vuelve a dejarme un beso corto, pero esta vez sobre mi frente. —No llores más, porque ya estás a salvo y junto a mí. —dicta tomando mi rostro con ambas de sus manos para hacer que lo mire y luego siento sus ásperos manos secando suavemente mis mejillas.
No digo nada, porque siento que no puedo ni hablar y claro que es producto de la opresión que siento.
—Estás a salvo, Amarilis y te prometo que no volveré a dejarte a cargo de nadie más. Porque está claro que ninguno de esos imbéciles que tengo de trabajadores darían sus vidas a cambio de la de ustedes como seguramente lo hubiese hecho yo anoche; pero te prometo que de ahora en adelante cuando nos encontremos en peligro no las apartaré de mi vista y las mantendré muy cerca de mí.
Continuó derramando lágrimas sin pronunciar palabra alguna, porque aunque sus palabras fueron muy lindas y sus muestras de cariño han sido igual de hermosos. No logro dejar de hacerlo y eso es, porque no lloro por mí, sino por mi abuela.
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¿O eso es mucho pedir?
Random¿Qué haría si a tus 21 años, pierdes a tus padres en una accidente automovilístico, te toca buscar un empleo de medio tiempo y para completar tienes que hacerte responsable de la custodia de tu hermana menor de 6 años? Todo esto me pasó a mí y en ta...