Cuando llegamos a la casa, ya la tigresa se encontraba profundamente dormida entre mis piernas y tomó con sumo cuidado su rostro haciéndolo a un lado para poder bajarme de la camioneta.
Sin embargo, no creo haber sido muy cuidadoso o ella era de las personas que tenían el sueño muy liviano. Porque al sentir el movimiento abrió sus ojos grandemente, llevó sus manos a sus ojos para restregárselos y se sentó de inmediato sobre el asiento trasero de la camioneta.
—¿Llegamos? —pregunta un poco soñolienta.
—Sí, lindura, pero déjame llevarte hasta la cama. —le pido y ella me negó con su rostro.
—Puedo caminar. —me contesta y gruño.
Yo me había ilusionado con volver a tenerla entre mis brazos y poder volver a sentir el calor de su cuerpo contra el mío. Poder deleitarme aspirando el aroma de su piel y ver más de cerca esos labios gruesos que tanto deseo poder saborear.
—¿Descalza? —le cuestiono y ella lleva su mirada a sus pies.
—Eso no importa, pero ya que tanto quieres, pues cárgame. Porque así yo podría volver a dormirme entre tus brazos.
Sonrió como un idiota por lo que acababa de escuchar y me había dejado sin reaccionar por un par de segundos. Vuelvo en sí, cuando ella misma, rodeó mi cuello con sus brazos acercándose a mi cuerpo y yo paso nuevamente sus manos por debajo de su trasero para sacarla del auto.
Cuidando mis movimientos, porque no tengo intención de aprovecharme o manosearla cuando está claro, que estamos creando una cercanía. Claro que estoy loco por desnudarla y saborearme cada parte de su cuerpo. Claro que estoy anhelando tenerla sin nada de ropa debajo de mi cuerpo y ver su cara de excitación cuando me hunda en su interior; pero voy a esperar.
Solo aprovecharé estos días que la tenga en mi casa para demostrarle todo lo que estoy comenzando a sentir por ella y todo lo que soy en realidad.
—Me gusta tenerte entre mis brazos, tigresa. —le confieso mirando sus ojos caramelos y ella apartó la mirada inmediatamente de mi rostro.
—Es la segunda y última vez que me tendrás entre tus brazos. —Habló y después bostezo sacándome otra sonrisa genuina.
Si está mujer me hace sonreír como un pendejo enamorado, entonces, ya tiene el cielo gano conmigo y en todo lo que me pida, yo la complaceré.
Solo que hay una excepción y esa será alejarme de ella, en esto no estaba dispuesto a cumplírselo.
—Yo no pensaré que será la última vez, sino que después de hoy, serán muchas más las veces que te tenga entre mis brazos y las veces que mis labios rocen esos hermosos labios gruesos, que me estoy muriendo por saborear. —le confieso nuevamente.
No me contestó, pero estoy seguro que me escuchó por su reacción de apartar su mirada de mí y de esconderse entre mi cuello y sus manos. Sonrió nuevamente con un pendejo y voy directo hacia la puerta con ella entre mis brazos.
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¿O eso es mucho pedir?
Random¿Qué haría si a tus 21 años, pierdes a tus padres en una accidente automovilístico, te toca buscar un empleo de medio tiempo y para completar tienes que hacerte responsable de la custodia de tu hermana menor de 6 años? Todo esto me pasó a mí y en ta...