—Desde mañana quiero que le enseñen defensa personal y cómo se usa un arma a mi mujer. —les ordenó a mis hermanas cuando entro a la sala de estar de la casa.
Cómo son mis hermanas las conozco y de seguro esperan a que les cuente algo de lo sucedido esta mañana en la casa. Sin embargo, ya les comuniqué cuando llegué que ahora no tenía tiempo para hablar con ellas y que lo haría mañana mismo.
—Con gusto lo haré, pero cuando la dejarás regresar a su casa. Porque Amarilis se quiere ir y tú no puedes tenerla aquí si ella no quiere. —me contestó Zamira cruzada de brazos y les sonrió a ambas.
—Vuelvo a recordarle, porque parece que no me escucharon la primera vez que lo dije. No se metan en mis asuntos y les advirtió que ninguna tiene derecho a salir a menos que yo lo autorice antes.
—¿Qué? —gritaron ambas al mismo tiempo.
—Zamira haz algo. —suplico Amira cruzada de brazos.
—No eres nuestro padre Karim y tú, no nos puedes prohibir salir para donde nosotras queramos. —Habló Zamira y gruño.
—No soy su padre, pero si las he mantenido todo este puto tiempo y paren de hacerme ver como el más malo de la historia. Porque ustedes saben muy bien, que no soy el malo en nuestra historia de vida y acabo de darles una puta orden que espero no se les ocurra contradecirla. Tampoco es que no quiero que salga, solo que deberán notificarme antes y yo las enviaré con mis hombres. —declaro en voz alta y tratando de mantenerme tranquilo.
—Disculpen la interrupción, pero será posible que alguna de ustedes dos me pueda ayudar con el cierre de mi vestido. —escucho la voz de la tigresa y sonrió. Después terminó girándome para encontrarla envuelta en una puta toalla con su pelo suelto completamente mojado y le doy una ojeada completa.
—Amira, ve a ayudar a mi mujer con el vestido. —le pido observándola seriamente y escuchó un fuerte gruñido de la persona que estaba al principio de las escaleras.
Porque no pienso permitir que crea que se ha deshecho de mí y espero que al fin entienda que conmigo es donde únicamente estará segura. Lo único extrañando de todo esto es que no articuló palabra alguna y solo se dio la vuelta para regresar a la habitación junto a Amira. Cuando observo a ambas desaparecer me giró nuevamente hacia Zamira y la miro seriamente.
—Quieres saber porque les estoy controlando las salidas. —le contestó y ella me ignoró cruzada de brazos. Zamira sabe cuanto me enoja que me ignoren y ella es experta en hacerme enojar. —Porque no supiste cuidar a Amira.
—¿Cómo puedes decir eso? Si yo todos los días la llevo a su escuela en las mañanas le dejó a tus guardias y por la tarde la busco.
—¿Sabes quién es Matías? —le pregunto girando mi cuerpo para observar el pasillo y las escaleras.
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¿O eso es mucho pedir?
De Todo¿Qué haría si a tus 21 años, pierdes a tus padres en una accidente automovilístico, te toca buscar un empleo de medio tiempo y para completar tienes que hacerte responsable de la custodia de tu hermana menor de 6 años? Todo esto me pasó a mí y en ta...