Capítulo 37: Karim

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Tiró el saco que traía puesto al lado del asiento trasero y bajo de la camioneta arreglándome las mangas hasta la mitad del brazo

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Tiró el saco que traía puesto al lado del asiento trasero y bajo de la camioneta arreglándome las mangas hasta la mitad del brazo. Camino en dirección hacia la entrada del edificio abandonado y cuando termino de bajar los escalones que dirigen al sótano le saco el cargador al arma para asegurarme de que tiene las balas que necesito. Al ver que es así, lo regresó de inmediato a su lugar para poder así quitarle el seguro al arma.

—Patrón. —habló Tobías tan pronto le quitó el paño que cubría su boca. 

—¿Quiero que me expliques como es que un experto en bomba en la noche de ayer, no ha podido desactivar una? —le pregunto, mientras llevaba la punta de mi arma directo hacia sus huevos.

—Le juro que no me daba el tiempo de hacerlo, señor. —miente. 

Si algo he aprendido en este tiempo es a observar las expresiones no verbales para poder definir si la respuesta es la real o es una mentira. 

—Respuesta errónea. —zanjó y me acomodo derecho para poder apuntar hacia la cabeza de Jorge. Sin titubear aprieto el gatillo y la bala atraviesa justo por el centro de su frente provocando que la sangre corriera por todo su cuerpo. —Por cada puta respuesta errónea que me des uno de tus amigos morirá y cuando no haya nadie de tus amigos, entonces: comenzaré por tus pequeños retoños, así que piénsalo muy bien para la próxima. —zanjó demasiado cabreado.

Y no, no pienso matar a sus hijas, pero lo conozco de años y sé lo importante que son ellos para él.

"Mis hijas van por encima de hasta mi propia mujer y si se meten con ellos me destruirían, señor." 

Estas fueron las palabras que habían salido de su boca la semana pasada mientras conversábamos. Por eso conozco que ellos son su punto débil y por lo único que haría cualquier cosa para mantenerlos con vida.  

Aunque algo sí les digo y es que estas niñas sufrirán por haber perdido a su abuela, a su madre y al traidor de su padre en el mismo tiempo. Porque esas niñas sufrirán en carne propia el mismo dolor que está sintiendo mi mujer y mi pequeña princesa Dalia.

También reconozco que es una crueldad lo que deseo hacerle a esas niñas, pero también es lo único que me hará dejar de sentirme tan culpable.

—Yo no lo he traicionado, patrón. —Sin mediar palabra con Joaquín apuntó en dirección a su cabeza y le vuelo los sexos.

—¿¡PUTA MADRE!? —Maldijo en voz alta cuando su sangre salpica hasta llegar a mancharme la camisa y es que este sujeto estaba justo a lado de nosotros.

Todos estos pendejos de mierda merecían morir por no haberse dado de cuenta, de que dentro de su equipo se encontraba el puto traidor que estábamos buscando y si me estoy equivocando tampoco me importaba una jodida mierda ahora. Porque es que esto también, me serviría para recordarles a mis hombres que si te equivocas, muere y que nunca daré ni segundas, ni terceras oportunidades a nadie. Salvo a mi tigresa, pero eso también dependerá de cuál haya sido su error. 

¿O eso es mucho pedir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora