6

491 48 4
                                    

Mi cuerpo estaba adolorido, me ardía la planta del pie, las manos me hormigueaban y sentía que el corazón me explotaría en cualquier momento, pero no tenía tiempo de descansar ya que la comandante se dirigió a nosotras.

- La primera parte de este día ha terminado – dijo ella -. Regresaran al cuartel, tienen exactamente diez minutos para cambiarse y si es que son rápidas tendrán tiempo de tomar un baño. Pasados los diez minutos permanecerán en formación frente al cuartel hasta que les ordene irse a comer, así que por ahora pueden retirarse.

Algunas trataron de responderle, aunque estaban tan cansadas que les resulto imposible y solo nos dirigimos a nuestro dormitorio. Al llegar a este intentamos cambiarnos de ropa lo más rápido que podíamos, pero tuvimos dificultades porque nuestro cuerpo se sentía tan agotado que era un milagro que pudiéramos sostener el uniforme que nos íbamos a poner. Este era exactamente igual que el que habíamos ensuciado.

- Ya no quiero hacer nada – dijo Alicia mientras se desplomaba sobre la cama -. Es demasiado cansado y solo llevamos dos horas.

- ¿Y qué quieres hacer? – pregunto Sara con una expresión seria en su rostro-. ¿Saltar el muro e irte corriendo a tu casa?

- No exactamente eso, solo me gustaría que nos tuvieran un poco más de paciencia porque ninguna de nosotras tenemos este tipo de preparación y nos costara mucho trabajo poder adaptarnos a todo esto.

- Concuerdo contigo – respondió Olivia-. Antes éramos personas comunes que no hacían nada parecido a todo esto y ahora tenemos que hacer algo imposible.

- Bueno podría ser peor – dijo Sara.

- ¿Cómo se supone que esto podría empeorar? - pregunto Dayana incrédula.

- Pudimos ir directamente al frente de la guerra sin ningún tipo de entrenamiento.

- Recuérdenme no volver a preguntar como empeorar alguna situación a Sara porque en verdad sabe cómo hacerlo- respondió Dayana riéndose.

Todas nos reímos con ella y cuando nos dimos cuenta nuestros diez minutos habían pasado, así que salimos y nos formamos en la entrada hasta que llego la comandante, todo lo que hizo fue vernos de pies a cabeza una por una.

- Muy bien, parece que todo está en orden- dijo con su voz firme-. Retírense a comer y exactamente a las ocho nos vemos en el patio principal.

- ¡Si señora! – todas contestamos.

Nos retiramos al comedor, al llegar a este nos sentamos en una mesa que se encontraba hasta el fondo, no fuimos las únicas, la mayoría de mis compañeras se sentaron junto a nosotras. La comida del día anterior se veía un poco desagradable y no tenía un buen sabor, pero comparada con la de esa mañana era un gran cambio, tal vez era por el cansancio o porque tenía mucha hambre.

El comedor se empezaba a llenar poco a poco y podías apreciar mejor a las personas, esa mañana note algo muy diferente en los uniformes, a pesar de que todos eran de color verde algunos eran más oscuros que otros, mientras que el de nosotros los nuevos era un verde un poco más claro, el de los demás aumentaba la tonalidad, pero sin llegar a ser negro.

Llegue a la conclusión de que mientras más experimentado seas, el uniforme será más oscuro y me hacía preguntarme una cosa, ¿Cuánto tiempo necesitas estar aquí para subir de rango?, tal vez cinco meses, tal vez cinco años o incluso una vida entera. Hay muchas cosas que no sabía y que tendría que aprender con el tiempo.

El cansancio era tan notorio que no hablamos en todo el desayuno, a diferencia del día anterior en el cual no dejaban de hablar, todo ese tiempo permanecimos en silencio, hasta que vimos el reloj y notamos que ya era hora de irnos.

Los CenturiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora