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Sentí como si me hubieran zambullido en un balde con agua fría, George había partido a la guerra. No podía dejar de preocuparme por él, ¿Cómo estaba?, ¿Seguía con vida? A pesar de que sabía que era muy fuerte no podía estar segura de que estuviera bien. El miedo no dejaba de invadirme ya que nadie estaba exceptuado de sufrir un destino trágico en esta guerra, pero mi miedo iba más allá de eso porque si se encontraba con ÉL sin duda alguna sería una muerte segura, a pesar de que era poco probable ese encuentro, no era imposible.

En momentos como este me encontraba muy agradecida de haber conocido a Olivia, un simple toque de ella en mi hombro era lo suficiente mente poderosos como para tranquilizarme.

-No te preocupes, estoy muy segura de que ellos regresaran sanos y salvos- dijo Olivia con una voz serena, tranquila y acogedora.

- Tienes razón, ellos son muy fuertes, no tengo de que preocuparme – no era del todo cierto lo que decía porque ¿Cómo no preocuparme por personas a las que les he tomado cariño? Simplemente era imposible.

Olivia tomo la carta y la volvió a leerla y su expresión serena se transformó por completo, estaba asombrada y volteo a verme con una sonrisa pícara.

-Tienes que preocuparte menos pues tus hermosos ojos grises son su fortaleza – ¿mis ojos eran su qué? Tomé la carta de nuevo y la releí, había pasado por alto esa parte, lo único que me preocupaba es que se había ido a la guerra.

No pude evitar avergonzarme, pero podía sentir que otro sentimiento comenzaba a aflorar, no era amor, de eso estoy muy segura, entonces ¿Qué era?

Después de un rato de espera llegaron Alicia, Dayana y Sara, les contamos que George y Damián se habían ido al frente, omitimos por completo lo demás que decía la carta, las tres se preocuparen un poco, les recordé lo fuerte que eran ambos y solo así se tranquilizaron.

 Una de las inquietudes que teníamos todas era como íbamos a entrenar, ambos al tener mayor experiencia eran quienes nos instruían, sin embargo, sin ellos no podríamos hacer mucho.

George específicamente pedía que siguiéramos practicando, pero sin ellos ¿Cómo lo lograríamos? Sin un plan en mente nos dirigimos a entrenar con la espada, al entrar nos dimos cuenta de que estaba casi vació el lugar puesto que la mayoría de las personas que entrenaban ahí eran profesionales al igual que George y Damián, solo unos cuantos novatos se encontraban en ese lugar.

A lo lejos pude ver una cara conocida, era Moira, no me sorprendía dado que varias veces la había visto entrenando durante los tiempos de descanso, aunque tenía un poco de temor, ahora que sabía quién era, ser juzgada por ella se sentiría como ser juzgada por miles de personas, claramente eso me apabullaba.

La piel se me erizo cuando nos volteo a ver, claramente no estaba interesada en nosotras ya que al instante se dio la vuelta y continuar con su entrenamiento.

Tomamos unas espadas, nos quedamos un momento pensando que era lo que teníamos que hacer pues quienes siempre nos instruían eran George y Damián.

-No tenemos idea de que hacer, mejor hay que aprovechar estos días para descansar un poco – sugirió Dayana.

- No podemos hacer eso - replique -. George pidió que siguiéramos entrenando con normalidad, cuando ellos regresen tienen que ver alguna clase de avance.

- Ni siquiera sabemos que es lo que tenemos que hacer- contesto Dayana, de cierta manera tenía razón, pero no podía negarme a lo que había pedido George.

- Nosotras fuimos quien les pedimos ayuda a George para que nos entrenara – dijo Sara en tono serio -. No podemos quedarnos sin hacer nada, además podrían llegar mañana o en un mes y cuando este de regreso vera que no fuimos capases de hacer algo por nuestra cuenta y que solo perdieron el tiempo intentando ayudarnos.

Los CenturiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora