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Perdimos a los enemigos, sin embargo, ÉL nunca disminuyo su velocidad, mi herida seguía sangrando, pero no estaba preocupada porque la bala no había dado a ningún signo vital, por lo que no era grabe.

-Ya no nos siguen, puedes bajarme ahora- le dije a ÉL.

- No – contesto sin titubear.

- No te hagas el fuerte, debes estar cansado por la batalla, además sé que puedo caminar así que…

- Estas en malas concisiones, si intentas caminar podría agravarse tu herida, además de que nos retrasarías y tenemos que encontrar un refugio contra esta tormenta.

- Conozco un lugar – dije con vergüenza ya que por todo lo que sucedió había olvidado por completo decirle sobre la cueva, por lo que lo guie hasta ese sitio.

La tormenta aun no era tan fuerte así que todavía podía ver claramente el camino, hasta que llegamos a la cueva. Entramos, ÉL me bajo y con cuidado me puso en el suelo. La herida no me dolía mucho, sin embargo, no dejaba de sangrar.

- ¿Aun tienes tu kit de primeros auxilios? – pregunto ÉL.

- Si, está en mi mochila – señale el lugar.

ÉL saco el maletín y tomo mi cantimplora. Se acerco a mí y levanto ligeramente mi playera solo hasta donde llegaba la herida y me echo un poco de agua para limpiarla, en seguida me comenzó a vendar y como la bala me había atravesado ajusto con fuerza el vendaje para que dejara de sangrar.

No podía ver con claridad su rostro por lo oscuro que estaba en la cueva, además de que sus mechones lo ocultaban y siempre se mantuvo agachado, pero, por un momento pude verlo con un semblante lleno de aflicción.

-Ya está – dijo cuando termino y se levantó sin mirarme a la cara -. Necesitamos encender una fogata así que iré por un poco de leña.

- No lo hagas, podrías quedar atrapado en la tormenta – dije preocupada.

- Tengo que ir antes de que la tormenta empeoré, mientras tanto descansa – se paró en la entrada y me vio a la cara, sus ojos azules ya no me veían con odio como cuando lo conocí -. No tardare – salió de la cueva. No quería que se fuera, pero tampoco podía retenerlo ya que no sabía cuánto tiempo duraría aquella tormenta y necesitábamos una fuente de calor.

Poco más de media hora transcurrió desde que ÉL había salido de la cueva, me estaba comenzando a preocupar, el viento era cada vez más fuerte, la nieve caía más rápido y pronto anochecería.

¿Se habrá perdido en la tormenta? ¿El enemigo lo habrá encontrado y ahora mismo estaba luchando? ¿Seguirá con vida? ¿Estará bien? Me preguntaba.

No quería llenar de angustias mi cabeza, así que metí mi mano en la bolsa de mi pantalón, quería sacar la cajita de Olivia y cuando no la sentí recordé con tristeza que se me había caído durante la batalla y ahora mismo estaba perdida en el bosque.

Ya no tenía a mi lado lo único que me tranquilizaba cuando me sentía mal, ahí me pregunte ¿qué pasaría conmigo una vez saliera de ese bosque? De nuevo me apartarían a aquel oscuro cuarto lejos de las personas que quería y solo saldría a entrenar o a misiones y en cuanto las terminara regresaría a mi habitación, sola y esta vez sin lo único que no hacía que me sintiera sola.

No podía seguir en ese lugar sin hacer nada, intente ponerme de pie, pero antes de poder moverme ÉL había llegado. La angustia que sentía desapareció en cuanto lo vi entrar.

- ¿Estas bien? – le pregunte.

- Si –estaba cubierto de nieve y traía una gran cantidad de leña, la puso en el suelo y se sacudió la nieve que tenía encima dejando ver que traía consigo varias aves que había cazado.

Los centuriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora