38

51 10 0
                                    

Un tenue sonido me despertó, alguien tocaba a mí puerta de frío hierro, el sonido apenas era perceptible, como si en verdad no quisieran despertarme, pero aun así lo habían logrado.

No sabía cuánto tiempo había estado en mi dormitorio, sin embargo, sentía que fue una eternidad.

Me senté y con voz adormilada dije:

-Adelante – no hubo respuesta. Esperaba que fuera algún soldado que había mandado el comandante Lewis. Para mi sorpresa y alegría se trataba del comandante Wang quien traía consigo una charola con comida caliente.

- Es un placer verla de nuevo señorita Brown - dijo con su apacible y gentil voz. Tomo una silla y se sentó al lado de mi cama, me entrego la charola y asintió con la cabeza -. Buen provecho.

En la charola había pan tostado con mermelada, jugo de naranja, huevos revueltos, tocino frito y una taza de café caliente.

Se me hizo agua la boca en cuanto lo vi, quería engullir todo de un solo bocado, pero debía mantenerme tranquila, así que con calma tome un poco de pan y me lo lleve a la boca.

El pan tostado crujía con cada mordisco que daba y el dulzor de la mermelada de fresa que empapaba mis papilas gustativas me hacían recordar que ya estaba de nuevo en Gladius. Lo mejor vino cuando tome un sorbo de café, el calor que recorría mi cuerpo y el sabor amargo de este contrastaba a la perfección con la dulzura de la mermelada haciendo que la preocupación que tenía por no saber de Ignat disminuyera un poco.

Cuando termine de comer hasta la última migaja el comandante Wang se levantó y salió de la habitación, creí que se había ido y solo lo habían mandado para que me vigilara como la última vez, sin embargo, en seguida regreso con una bolsa muy grande en su mano y la coloco sobre la meza.

-Me ordenaron traerle su traje para que se cambie ya que el mariscal de campo Lewis la quiere ver en su oficina – dijo el comandante Wang.

- Esta bien – me puse de pie, tome la bolsa y saque mi uniforme.

- Señorita Brown, creo que debería tomar una ducha primero.

- ¿Cómo? – voltee a verme al espejo, mi ropa estaba manchada de tierra y sangre, al igual que en mi cara y cabello. Todo en mi estaba hecho un desastre -. Supongo que sí, una ducha caliente es lo que necesito.

- Tómese su tiempo señorita Brown, el mariscal de campo Lewis puede esperarla.

- No tiene más opción – dije.

Ante mis palabras se sorprendió, me observo fijamente de arriba hacia abajo con una mirada de sospecha.

-Ha cambiado señorita Brown, creció mucho en este tiempo – sonrió con gentileza. Nunca pude conocer a mis abuelos porque murieron antes de que naciera, pero seguramente así es como se sentía estar al lado de uno.

- Creo que si – respondí.

- Me alegra mucho que así sea, solo espero que pueda seguir escuchando los consejos que da este anciano – soltó una carcajada.

- Usted me ha cuidado, me arropo, me alimento, se ha preocupado genuinamente por mí y no solo por mi poder… claro que lo escuchare comandante.

- Eso me honra, así que si necesita un consejo o simplemente ser escuchada sabe dónde puede encontrarme.

- Muchas gracias comandante – incline mi cabeza.

- Una cosa más – lucia nervioso y sus ojos reflejaban una profunda tristeza -. Después de que se reúna con el general de campo Lewis, es necesario que visite a la señorita Moira, ella tiene algo muy importante que decirle.

Los centuriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora