La luz del sol comenzaba a iluminar el bosque, el viento expiraba con un gentil soplido, haciendo que desapareciera la bruma y las aves se despertaban a cantarnos dulces melodías.
Ese sitio era un excelente lugar para despertar y contemplar el amaneces, de no ser por dos pequeñas cosas; la primera, no había cerrado mis ojos ni siquiera un minuto para poder descansar; y la segunda, tenía frente a mí a la persona que había acecinado a mi amigo y a miles de personas más.
Esa fue una noche complicada, lo único en que podía pensar era en matarlo a ÉL, me imagine miles de escenarios en los cuales le cortaba la cabeza, lo rebanaba a la mitad con mi espada, le arrancaba los brazos, le amputaba las piernas y disfrutaba cada uno de esos momentos, hasta que volvía a la realidad y me daba cuenta de que a pesar lo mucho que lo deseaba ver muerto no podía hacerlo si quería salir de ahí con vida.
ÉL tampoco durmió ni un instante durante toda la noche, observaba su alrededor sin parar, en ocasiones me preguntaba qué era lo que pensaba, de seguro lo mismo que yo. Nuestras miradas se cruzaron en varias ocasiones y a pesar de que no decíamos nada, era evidente la ira que sentíamos el uno por el otro. De no ser por nuestra alianza uno de los dos ya estaría muerto, ya sea en manos del otro o de los soldados
En cuanto el sol salió por completo ÉL se levantó de su lugar y comenzó a trepar hasta llegar a la sima del árbol, al cabo de un par de minutos bajo.
-Parece que no hay nadie alrededor, lo mejor será comer y después tenemos que movilizarnos – dijo ÉL, con la voz enronquecida y un poco más profunda de la que el día anterior había escuchado.
- Si no hay nadie es mejor aprovechar y comenzar a movernos – conteste.
- Tal vez seamos Centurión, pero ayer gastamos mucha energía y necesitamos recuperarla de alguna manera – se sentó, ario una de las mochilas y saco una de las raciones -. Y como ninguno de los dos durmió anoche esta es la única manera de hacerlo.
Abrió la bolsa de su ración, le hecho agua y la hizo a un lado mientras abría otro paquete, pero este era más pequeño. Tenía razón en lo que decía, necesitábamos recuperar nuestras fuerzas y aunque no quisiera sabría que, aunque lo obligara no lo haría moverse de ese lugar por lo que me senté en mi lugar y al igual que el abrí una de las raciones.
Dentro del paquete había diferentes cosas, desde unas galletitas, hasta el platillo principal el cual era un estofado. Decidí comer el estofado ya que este lo podía calentar, solo debía meterlo a una bolsa la cual contenía una clase de químico quien combinado con un poco de agua reaccionaba, dando como resultado que calentara el estofado.
Al pasar unos minutos la ración estaba del todo caliente, lo saqué del empaque y comencé a comerla. Disfrute más de lo que esperaba esa comida ya que después de una noche y una mañana un poco frías, el calor de la comida caliente me sentó de maravilla. A pesar de lo bien que sabía de nuevo me fue imposible terminarla porque el apetito se esfumo de inmediato.
¿Qué debía hacer con lo que me quedaba de comida? No podía tirarla y claramente no quería dársela a ÉL, por lo que no me quedo más remedio que comerla a la fuerza y en cuanto me termine el ultimo bocado ÉL se levantó de su lugar y dijo:
-Finalmente terminas, ahora ya podemos irnos – la luz del sol daba directamente en su rostro, ocasionando que el azul de sus ojos brillara con mayor intensidad. Me molestaba ver lo brillantes que eran ya que significaban que estaba vivo, todo lo contrario, a mi amigo George.
- Bien – conteste apartando la mirada ya que lo único que deseaba hacer arrancarle esos ojos. Guarde mis cosas y bajamos de los árboles -. Supongo que regresaremos por la misma dirección de dónde venimos – le dije.

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Los Centurión
Action¿Qué es la paz? Son solo recuerdos vacíos, llenos de felicidad, pero también mucho dolor. ¿Qué son los amigos? Son una fortaleza, pero también un punto débil que pueden arrebatarte sin piedad. ¿Qué es la familia?Aquellos por los que estas dispuesto...