26

95 14 2
                                    

No dejaban de salir soldados por todas partes. No solo su fuerza era mayor a la de un humano normal, también su velocidad era superior, ya que, ni siquiera podía detenerme a respirar, cada paso que daba me mantenía alejada de ellos por lo que debía seguir corriendo si quería sobrevivir.

Corrí alrededor de unas tres horas sin descanso hasta que por fin los perdí de vista. Estaba tan cansada que en cuanto me detuve caí de rodillas al suelo, el pecho me dolía y mi garganta estaba seca. Desde que me convertí en una Centurión olvidé lo que significaba estar cansada, pero en ese momento lo recordé.

En todo lo que pensaba era en que quería recostarme y tomar varios litros de agua, sin embargo, en ese momento me percate de que no estaba sola, ÉL se encontraba a mi lado, por lo que reuní las pocas fuerzas que aún me quedaban para ponerme de pie, tome mi espada y se la puse en el cuello. ÉL hizo lo mismo, ahora ambos teníamos una espada sobre el cuello y cualquier movimiento que hiciéramos definiría si viviríamos o moriríamos.

Quería cortarle la cabeza tal y como ÉL lo hizo con la de George, sin embargo, antes de poder hacer cualquier movimiento comenzamos a escuchar paso de soldados a unos escasos metros de donde nos encontrábamos, así que en ese momento nos agachamos al mismo tiempo y nos escondimos detrás de unos arbustos para que no nos vieran. Vigile cuidadosamente a los soldados y no descuide ni un solo instante cada minucioso movimiento que hiciera ÉL ya que podría costarme la vida.

Los soldados corrían a todas direcciones, no podía ver sus rostros, estaban cubiertos por un casco, pero estoy segura de que estaban enojados porque no podían encontrarnos.

- ¡Zona 221 libre de Centurión! – exclamo con furia uno de los soldados, por lo que todos se comenzaron a retirar.

En cuanto dejamos de escuchar y ver a los soldados ÉL se levantó, tomo su espada con fuerza, creí que me atacaría por lo que me encontraba lista para contraatacar, sin embargo, lo que hizo fue guardar su espada y me dio la espalda.

- ¿Zona 221? ¡Malditos hijos de puta! – susurro ÉL con furia -. ¡Oye tú! – se voltea a verme -. Levántate, tenemos que seguir.

- ¿Por qué diablos te obedecería? – le pregunte enojada.

- Porque sé que no eres estúpida y te has dado cuenta de lo que está pasando – dijo con tranquilidad.

Al inicio solo pensaba que esto había sido una coincidencia, pero al escuchar al soldado referirse al lugar donde nos encontrábamos como “zona 221” comprendí que habíamos caído en una trampa, es por ello que ni siquiera se dignaron en prestarle atención a mis aliados y solo estaban concentrados en nosotros.

- ¿Y qué? No por ello tengo que seguir tus ordenes – le dije.

- ¡Por si no lo has notado estamos perdidos en el bosque más grande del mundo, incomunicados y con un ejército casi tan fuerte como un Centurión que nos desea ver muertos!

- ¡Ya lo noté!¡Pero bajo ninguna circunstancia planeo hacer equipo contigo y menos recibir órdenes tuyas!

- ¿Y crees que a mí me gustaría hacer equipo contigo? – pregunto con furia -. ¡Es lo último que deseo hacer, pero quiero salir de este maldito lugar lo antes posible!

- ¡No es mi maldito problema si tu no…! – un soldado se abalanzo sobre mí, tomo mi cabeza con sus manos y la azoto contra la tierra con fuerza, saco un cuchillo y estuvo a punto de clavarlo en mi ojo derecho, sin embargo, con velocidad una espada corto su cabeza salpicando mi rostro con su sangre en el proceso.

Los centuriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora