No había marcha atrás, cada orden que daba el comandante Lewis debía ser ejecutada, es por esa razón que a partir de ese momento tuve una misión nueva cada tercer día. Por ahora solo era de recuperación, como la tercera misión en donde recuperamos una ciudad la cual se ubica al sureste de Gladius.
La ciudad se encontraba invadida por soldados de Phalera y a pesar de que la mayoría de los habitantes pudieron escapar de ese lugar, cientos de civiles no corrieron con la misma suerte. Mi escuadrón y yo llegamos al amanecer y en cuanto el enemigo me vio llegar intentaron huir sin poder lograrlo.
Recuerdo con claridad ese momento, hubo muchos disparos, explosiones y en especial vidas perdidas. Sin importar lo mucho que intentaron defenderse no les sirvió de nada, porque tal como sucedió en la misión anterior termine con la vida de cada uno de los soldados y al igual que ese día termine con mi ropa y cuerpo cubierta con la sangre de las personas a las que les arrebate la vida.
Las misiones siguientes continuaron de la misma manera, yo llegaba al lugar asignado, terminaba con la vida de miles de soldados, regresaba a la base a descansar y el comandante Lewis ofrecía una comida ostentosa para celebrar la victoria.
Creí que pronto me acostumbraría a esa nueva vida, aunque no fue así. Podía recordar con claridad cada rostro, los ojos, incluso las voces y gritos de desesperación de los soldados que había matado. Todo ello me perseguía en pesadillas durante las pocas horas de sueño que tenía en las noches y al despertar de aquellas pesadillas no hacía nada más que mirar hacia el techo tratando de olvidar todas las atrocidades que había hecho.
Los días comenzaban a sentirse más cansados y pesados. A pesar de que podía derrotar a un ejército entero yo sola, todo lo que deseaba era estar acostada en mi cama porque no me quedaban fuerzas para moverme. Pero, no podía hacer eso ya que en los momentos que no me encontraba entrenando o repasando planes en el centro de mando, me encontraba en la ducha o en el lavamanos.
Me duchaba unas tres veces al día y lavaba mis manos al menos unas 40 veces. No importaba cuánta agua o jabón utilizara, la sangre no desaparecía por completo de mi cuerpo. ¿Por qué no me la podía quitar? Cada vez que terminaba una misión nueva sentía como mis manos tenían más y más sangre encima, pero simplemente no podía quitármela.
Ya no quería tenerla sobre mí, pero incluso si lo intentaba durante horas esta no desaparecía. Solo podía implorar que alguien viniera y me ayudara a quitármela, sin embargo, no importaba si gritaba, mi voz no quería salir de mi boca para pedir ayuda, lo único que salían eran lágrimas de desesperación, aunque sabía que no importaba cuanto llorara, la sangre no se iba y tal vez nunca se ira.
Al completar las misiones demasiado bien, el comandante Lewis pensó que lo mejor era agregarle cierto toque de dramatismo a estas, por lo que me llevo con el doctor Barker. Gracias a la segunda misión se dieron cuenta de que una de las mayores armas con la cual me desenvolvía sin duda alguna era la lanza, por lo que el doctor Barker me fabricaría algunas qué fueran adecuadas para mí.
Ese día llegamos y como siempre el doctor Barker se alegraba y honraba por tenernos en su presencia. Nos llevó hasta un cuarto donde había alrededor de unas quince personas trabajando en diferentes armamentos nuevos.
A pesar de que muchas de esas armas lucían impresionantes la que a nosotros nos importaba eran las lanzas.
-Señorita Brown, mariscal de campo Lewis, déjenme presentarles a mi más brillante pupilo, el joven Nathan Cox. Él es quien se está encargado del proyecto de las lanzas – el comandante Lewis lo vio de arriba abajo y por su mirada al parecer desconfío de él, tal vez porque no lucia como alguien que estuviera hecho para la guerra. Era muy delgado, su piel era oscura y brillante, sus ojos estaban cubiertos por unos enormes lentes los cuales apenas eran visibles porque desviaba mucho la mirada y a simple vista se veía muy tímido.

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Los Centurión
Akcja¿Qué es la paz? Son solo recuerdos vacíos, llenos de felicidad, pero también mucho dolor. ¿Qué son los amigos? Son una fortaleza, pero también un punto débil que pueden arrebatarte sin piedad. ¿Qué es la familia?Aquellos por los que estas dispuesto...