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¡No por favor! Me lo repetía sin cesar. 

Era mi nombre.

 Porque es que yo, entre millones de personas había sido escogida, hay millares de criminales sueltos por las calles, violadores, secuestradores, ladrones, asesinos, no era justo que yo fuera elegido si apenas comenzaba mi vida.

Sentía tanta impotencia, no podía hacer nada para cambiar esa decisión, solo era una persona más entre miles y que lo único que tenía que hacer era aceptar mi destino o condenar a alguien más a sufrirlo.

Mi libertad había sido arrebatada, al igual que mi familia, mis amigos, mi futuro, incluso mis sueños. Todo lo que pude hacer en ese momento fue llorar sin cesar y mi madre lo único que podría hacer era abrazarme y consolarme.

Cientos de pensamientos llegaron a mi mente, pero el más grande de todos ellos era el de huir. Quería irme lo más lejos posible para no ir a la guerra, pero si es que me iba mi madre seria la que tomaría mi lugar ya que era el único familiar cercano que tiene la mayoría de edad y mi pequeño hermanito no lo soportaría. De inmediato esos pensamientos se desvanecieron cuando entendí que la mejor decisión que podía tomar era aceptar mi destino, así mi familia estaría protegida.

 -Yo iré, tú no tienes nada que hacer en ese lugar- dijo mi madre con una voz serena-. Soy tu madre, tú eres mi hija y no voy a permitir que nada malo te pase.

 - ¡No tienes que hacerlo! -respondí preocupada-. A mí es a la que eligieron, además ¿Qué pasará con mi hermanito?, ¿quién lo cuidará? No puedo cuidar de mi misa, mucho menos podre cuidar a mi hermano, así que, por favor, madre no insistas.

 -Sé que tú puedes, eres muy inteligente y te las arreglaras. Prefiero que tu lucha se aquí en esta casa con tu hermano y no en el campo de batalla.

 - Pero no es tu responsabilidad sino la mía.

 - Tu eres mi responsabilidad, desde el día en que naciste. Mi vida gira en torno a ustedes dos, ¿cómo crees que me sentiría si mueres?

 - ¿Y tú como crees que me sentirías yo si te pasa algo?, más cuando sé que pude haberlo evitado. No puedes impedir que valla así que, por favor, madre quédate aquí, te amo con todo mi corazón y esa es la razón por la cual iré, además no creo que me pase algo muy malo. Te prometo que me cuides lo mejor que pueda.

 - Pero mi niña, si te pasa algo no me lo perdonaría nunca.

 - Te prometo que tenderé mucho cuidado, por favor confía en mi como siempre lo ha hecho

Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas, me dolía el pecho por verla así. No respondió, pero asintió con la cabeza.  

En el noticiero se indicó dónde y cuándo se tenían que presentar los reclutados.

En una semana, fue mucho antes de lo que imaginaba. A pesar de que me sentí muy mal no era tiempo de llorar, lo que seguía era preparar todo lo necesario para mi partida y uno de los puntos más importantes para mí era despedirme de las personas que más apreciaba. 

Como si me hubieran leído la mente, mis amigos se aparecieron de inmediato en mi casa envueltas en un baño de lágrimas, no podían creer que había sido escogida, traté de no verme triste, sin embargo, ellas sabían que estaba devastada, por esa razón no me abandonaron y desde ese día hasta mi partida, se quedaron a mi lado todo el tiempo que les era posible. 

Los centuriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora