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A ese punto, ¿cuánto tiempo había pasado? Es verdad, casi un mes desde el enlistamiento, un duro mes, sin embargo, aún no vislumbraba ni la punta del iceberg, en fin, sigamos.

 Los días transcurrían rápidamente, lamentablemente no había progresado mucho, los entrenamientos de la mañana seguían siendo muy agotadores. Con el comandante Wang las cosas seguían igual, a pesar de que ese era mi entrenamiento favorito no era muy buen blandiendo la espada o luchando, aunque en donde destacaba bien era con el comandante Aldric, podríamos decir que era la numero dos en ese entonamiento. Siempre que disparaba lo hacía muy cerca del blanco, sabía que podía hacerlo mejor, pero por alguna razón me limitaba mucho.

En cuanto al frente de batalla no había muchas novedades, seguíamos en desventaja y en el tiempo que había transcurrido solo hubo dos ataques de ÉL, además de que el enemigo se había apoderado de un par de pueblos que se encontraban cerca de la frontera.

Al principio pensé que no era mucha perdida, sin embargo, estos eran pueblos mineros, los principales responsables de la extracción de materiales que se usaban para crear el armamento y fue uno de los golpes más grandes que ha tenido nuestro país, hubo algunos intentos para recuperarlos y todos fallamos.

Me preguntaba en cómo afectaría a nuestra población, los precios subirían hasta las nubes mientras que los privilegios que teníamos como país disminuiría. Esperaba que mi madre y hermano no se vieran muy afectados, aunque era incierto lo que yo pensara. Hasta ese momento no sabía nada sobre ellos dos, ninguno de los que entramos teníamos comunicación con él exterior, todo lo que pasaba fuera lo escuchábamos por las noticias, los comandantes o algunos soldados que salían a cumplir con su deber.

No todo era tragedia, el tiempo que llevábamos dentro me sirvió para acercarme más a mis compañeras y pude descubrir varias cosas interesantes de ellas por ejemplo Dayana, Sara, Alicia y yo vivimos en la parte central del país, esta se caracterizaba por tener un alto índice de desarrollo humano. Siempre viví en buenas condiciones, a pesar de que mi madre era viuda nos daba lo mejor que podía, no recuerdo ni un solo día en el que tuviera que irme con hambre a la cama, siempre tuve muchos privilegios al igual que las demás.

Sin embargo, Olivia pertenece a la parte sureste del país, nunca he estado en ese lugar, pero he escuchado que hay mucha delincuencia, la mayoría de los trabajos son en fábricas y las jornadas laborales son extensas y la paga es muy poca. Al tener tanta necesidad ella tuvo que abandonar la escuela a la edad de doce años para ayudarle a su padre a trabajar y tener un mayor ingreso para ellos y sus tres hermanos.

Ha tenido una vida muy dura y sin embargo siempre se mantenía optimista y con una sonrisa en su rostro.

Dejando eso de lado y volviendo a los entrenamientos como ya lo había dicho nuestros avances eran lentos, no sólo teníamos desgaste físico con los ejercicios, también mental y esto se debía a la falta de sueño, a pesar de que la hora de dormir era relativamente temprano la mayoría de nosotras teníamos insomnio, era muy complicado tratar de conciliar el sueño y la hora en la que nos despertábamos era antes de salir el sol, así que apenas podíamos dormir unas cuantas horas.

Claramente así no sobresalíamos en los entrenamientos, el cansancio que acumulábamos en estos más la falta del sueño daba como resultado que siguiéramos estancadas.

Ese día no fue la excepción y Olivia se veía especialmente decepcionada, a pesar de que dábamos nuestro mayor esfuerzo no podíamos avanzar y mientras descansábamos vi pasar el escuadrón de George, llevaban un entrenamiento mucho más riguroso que el de nosotras y sin embargo se veían muy frescos. Tenía tanta envidia de ellos, quería ser así de buena en mis entrenamientos y fue ahí cuando recordé lo que nos había dicho George unos días atrás, él nos podría ayudar.

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