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Al verlo mi cuerpo se movió solo, avancé un par de pasos hacia él, quería abrazarlo, sentir su calidez, pero me detuve. Sabía que a ese no era el momento ni el lugar para hacerlo, todo lo que podía hacer era verlo a lo lejos entre la multitud. Detrás de él bajo Damián, se encontraba en las mismas condiciones, la única diferencia era que él tenía un vendaje en la cabeza por la gran batalla que tuvieron.

A mi alrededor comenzaron los bullicios, algunos se preguntaban cómo pudieron sobrevivir a ÉL ya que nunca deja a nadie con vida, otros estaban felices porque habían regresado con vida después de haber enfrentado a ÉL, sin embargo, también decían cosas negativas de ellos, se preguntaban por qué toda una armada tuvo que ir a salvarlos y no a otras ciudades que estaban desprotegidas, o decían que eran unos cobardes por huir del combate y dejar la décima ciudad a merced del enemigo. Las opiniones estaban divididas, pero yo solo podía estar feliz porque mis amigos habían regresado con vida.

George, Damián y todo su equipo se dirigieron al centro médico para ser tratados y solo pude verlos partir de nuevo, sin poder decirles nada.

El momento se interrumpió cuando la comandante Amelia grito - ¡Aquí no hay nada que ver así que vallan ahora mismo al comedor o se quedaran sin almorzar!

Así que sin poder hacer o decir nada me dirigí junto con mi grupo al comedor, pero esta vez iba mucho más entusiasmada porque después de varios días por fin había vuelto a ver a George y eso me llenaba de felicidad y tranquilidad.

En el comedor de lo único que se podía oír era sobre el regreso de los escuadrones, yo estaba perdida en mi propio mundo, sentía mucha paz en mi interior y por primera vez en el tiempo que llevaba en ese lugar tenía muchas ganas de seguir entrenando. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando voltee a ver a las chicas, todas me observaban detenidamente con una sonrisa en sus rostros.

-Si la felicidad fuese una persona se llamaría Alisa Brown – dijo Dayana en un tono burlón.

- Solo estoy aliviada de que ambos salieron con vida de aquel infierno – respondí y seguí comiendo.

- Todas estamos aliviadas de que estén a salvo y lo reflejamos como tal – dijo Sara -. Pero tu rosto refleja que ganaste la lotería.

Todas asintieron dándole la razón a Sara, sentía que estaban exagerando, solo estaba un poco feliz de tener a George y Damián de regreso, así que sin decir nada más seguí comiendo.

En el entrenamiento del comandante Wang este lucía distinto, a diferencia de los días pasados que estaba melancólico y cabizbajo se encontraba mucho más feliz, la llegada de los soldados al parecer le había regresado la vitalidad y fuerza que necesitaba para ser el hombre dulce y gentil sin dejar de lado lo estricto que era desde el inicio.

Al llegar el entrenamiento del comandante Aldric creí que este lo impartiría nuevamente, aunque era muy pronto para eso, logre distinguir su rostro cuando bajo de los vehículos, pero no vi si se encontraba lesionado, sin embargo, supuse que lo mejor que podía hacer ahora era descansar, después de todo, él había luchado valientemente para traer de regreso a muchos soldados con vida.

Al terminar ese entrenamiento fuimos a los dormitorios a descansar unos cuantos minutos porque seguía la practica con Moira, cuando paso el tiempo de descanso una por una salimos.

Olivia y yo fuimos las ultimas en salir, al pasar cerca de las jardineras vi a George sentado admirando la belleza de aquellas hermosas flores. Instintivamente di un paso hacia esa dirección, de inmediato me detuve pues tenía que ir a entrenar, pero Olivia me tocó la espalda, me dio dos palmadas en esta y dijo:

- ¡Ve! – dijo exaltada y con una sonrisa de oreja a oreja.

- Tal vez en otro momento, tiene que descansar por hoy, además hay que entrenar – conteste.

Los centuriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora