32.

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El fin de semana se pasó volando. Hongjoong y Mingi estuvieron tan adentrados en su mundo perfecto que cuando quisieron notarlo, ya debían volver a sus responsabilidades. Por más de que quisieran quedarse allí los dos, las obligaciones por cumplir ya estaban.

Así que, ya siendo lunes por la tarde, ambos se encuentran subiendo las maletas al auto del peliplata. A la vez que ordenan el cuarto que estuvieron usando, y revisando que no se les quedara absolutamente nada. Gracias a la poca memoria del menor, Kim estuvo todo el rato encima de él recordándole todo lo que debía recoger y preguntando a cada rato si no se le estaba quedando algo.

—¿Estás seguro de que llevas todo? ¿Verificaste de nuevo?— repite por décima vez.

—Que sí, amor. Ya subí el bolso con toda mi ropa, lentes, celular, cargadores, audífonos y mi carte...ra— esto último lo dice bajando la voz al darse cuenta que no estaba.

—¿Ves? Te lo dije

—¡Te juro que estaba en mis manos ahora mismo!— responde comenzando a buscar por todas partes —¡Aquí está! Sabía que la tenía en las manos— se la enseña con orgullo.

El mayor sonríe terminando de acomodar sus pertenencias y subiendo al asiento del copiloto sin muchas ganas. Si cuando llegaron el ánimo estaba al cien por ciento, ahora se había reducido considerablemente. En todo el camino estuvieron silenciosos, no es que fuese incómodo, pero no era de su agrado enfrentar la realidad y más que aún habían algunos asuntos que no estaban del todo resueltos. Por lo tanto, cada uno en su cabeza tenía distintas preocupaciones que le robaban tranquilidad.

Tras unas largas horas de viaje, ya se encuentran cerca de la casa de Seonghwa y Yeosang, la que es su primera parada para buscar a Daehyun. Por eso, después de estacionar, Song iba con intenciones de hablar con el castaño pero no notó en qué momento se quedó dormido. Se veía tan tranquilo y cómodo que su corazón se arrugó, como puede, se desabrocha el cinturón con sumo cuidado y sale del vehículo sin despertarlo.

No tuvo que esperar mucho hasta que la puerta fue abierta por los otros tres que lo miran sonrientes, aunque el menor de ellos buscaba por todas partes a su hermano detrás del peliplata.

—Hola Min ¿Cómo estuvo su viaje?— pregunta dejando que este despeine su cabello a manera de saludo.

—Creí que tardarían más días— menciona Seonghwa.

—Nos fue muy bien, Dae— responde primero al más bajo —y no, qué más quisiéramos nosotros, pero la vida de adultos nos llama— lloriquea y el contrario asiente riendo.

—¿Y Hongie?

—Oh, está adentro, se quedó dormido y la verdad es que no tuve alma para despertarlo, se me muy bonito así— explica y en su rostro se podía notar lo embobado que estaba.

—Nada raro en Hong, puede dormir en cualquier parte y profundamente— interviene Yeosang negando con su cabeza.

—Sí, de eso me he podido dar cuenta, y me encanta— sigue la corriente con ellos —pero bueno, es momento de irnos, Dae busca tus cosas y de camino pasamos por lo que quieras para cenar

—¿Por qué no tuve un cuñado así mucho antes?— salta feliz sacándole una carcajada a los mayores.

El menor de los Kim se adentra junto a Park para ayudarlo y corroborar también que no deje algo importante.
Mientras tanto en la entrada se quedaron los otros dos en un silencio sepulcral y aunque no es del todo incómodo, el más alto siente que el contrario en cualquier momento va a actuar en contra de suya para alejarlo del castaño y siendo sincero, a eso es lo que más le tiene miedo, pero no lo culpa, realmente le dió muchos motivos para que desconfíe.

Bitter Sweet (Minjoong)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora