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Pov Daniela

Estábamos en un incómodo silencio, Abi tenía una sonrisa plasmada en su cara y no entendía el porque, veía a María José y luego a mi. María José, tenía la mirada en todos lados menos en mi y lo agradecía. Yo, estaba pensando en que habría pasado si Abi no fuese llegado las dos veces.

–¿Mamá? – mi hijo salía de su habitación restregando sus ojitos con su manito caminando a tientas.

– Aquí estoy mi amor. – le dije, abrió un ojo y camino con pereza hasta mi.

– Mamá, Poche dijo que iba a veni con helado.

– Y aquí estoy cariño.– dijo María José, y mi hijo abrió sus ojos completamente, al parecer se le fue el sueño. 

–¡Poche! Si viniste.

– Por supuesto que si, y también traje helado como dije.

– ¡Yei!– festejó con sus brazos arriba y sonriendo, haciendo reír al restó.

Luego de eso, nos dirigimos todos al sofá, con helados en manos y viendo caricaturas, mi hijo no paraba de reír y de hablar con Poche, Abi estaba a mi lado izquierdo, mi hijo al derecho y Poche  su lado, tuve la oportunidad de detallarlos a ambos, el perfil, sus largas pestañas, los gestos que hacen y la forma de tomar su pancita a la hora de reír. José Ángel también analizaba a Poche, cada movimiento que ella hacia él también lo hacía, tomar helado, moverse o cualquier gesto, el lo copiaba y me parecía muy tierno.

Terminados los helados, Abi se levantó para ir a su habitación y descansar, dejándonos a nosotros tres viendo las caricaturas, mi hijo estaba acostado en el sofá con Poche y yo sentadas a cada extremo de esté.

No paraba de pensar en el beso que no nos dimos, moría de ganas por volver a probar los labios de María José, que me besara de esa manera que me encantaba en el pasado, la forma en tomar mi cara con sus dos manos al besarnos me daba un escalofrío en todo el cuerpo, el mismo que siento ahora al recordar eso.

María José no estaba con nadie, o al menos eso entiendo, si estuviese con esa chica, Laura, no se fuese besado con otra en su oficina, y si estuviese con esa chica que beso no fue dicho que solo es su abogada. Tengo que hablar con Abi, saber detalles y que me diga lo que realmente pasa en la vida sentimental de Poche.

Por otro lado, el más importante es hablar con nuestro hijo y decirle quien es realmente Poche en su vida, es un tema que a pesar de saber que mi pequeño príncipe se pondra feliz de saber que María José es su madre, me tiene nerviosa.

Estaba perdida en mis pensamientos hasta que sentí como tocaron mi hombro, era María José, que desde el otro extremo estaba llamando mi atención.

– Creo que es momento de hablarlo.– Me dijo de manera suave, y si, tenía razón estábamos a solas con nuestro hijo, estábamos en casa, y él se encontraba relativamente bien de salud. Era el momento.

– Hijo – llame la atención de mi pequeño, el despegó su mirada de las caricaturas para posarla en mí. – mi amor, Poche y yo queremos hablar algo contigo ¿Estás de acuerdo?

– Si mamá. – el tomo asiento correctamente en el sofá y Poche apagó la tv.

– Verás cariño – empecé notando mi nerviosismo y sin saber cómo hablarlo. – ¿Recuerdas que te había dicho que tenías otra madre? – Él asiente con su cabecita. – Te dije que tu madre no sabía de ti y por eso no había estado en todo este tiempo con nosotros.

– Si mamá, lo lecueldo, me dijiste que cuando sea el momento vas a buscala y le dilas de mi.

– Exactamente corazón. – le di una palmadita cariñosa en su pierna. – Resulta que la tía Abi fue quien la busco.

– ¿En selio? ¿Ya va a venil po mi? – pregunto alegremente y con sus ojitos llenos de brillo.

– Cariño, déjame hablar primero ¿Si? – él asiente nuevamente y Poche solo nos ve hablar. – Como dije, la tía Abi la encontró, y le pidió venir aquí, a casa. Ella vino. – mi hijo frunció su ceño y viendo a todas partes.

–¿Pelo donde está mamá?

– ¿Recuerdas la vez que íbamos al hospital y nos encontramos a Poche y otra chica con ella? – el vuelve a asentir pensativo.

– ¿Lau es mi mamá? – pregunto, y yo sonreí y Poche igual.

– No cariño, tu otra madre soy yo. – dijo Poche con la voz un poco quebrada, mi hijo ladeó su cabeza y su carita era de forma pensativa, María José y yo, estábamos a la espera de una respuesta por parte de él.

– ¿Y polque no me lo dijiste antes? – pregunto. – ¿No quelias se mi mamá?

– No campeón, no es eso, yo estoy muy feliz de ser tu madre, pasa que en ese momento estuvimos en el hospital y con tu mamá preferimos esperar a que estés bien y en casa. – explico Poche.

– ¿Entonces el abuelo juanca si es mi abuelo de verdad? – pregunto nuevamente, y ya sabía que serían muchas preguntas.

– Sí, es tu abuelo de verdad.– respondí yo está vez.  Él se quedó pensado nuevamente, y con el mismo gesto de su cabeza.

– ¿Ya no selas mi amiga y ahora serás mi mamá y me vas a letar? – pregunto dirigiéndose a Poche.

– Cariño, no voy a dejar de ser tu amiga, y lo de retar se le dejaremos a tu madre.

– Mami. – Mi hijo se montó en el regazo de Poche y la abrazo desde su cuello, ella lo abrazo fuerte pero sin hacerle daño, soltó algunas lágrimas mientras ese abrazo se daba, yo igual. Siempre soñé con esto. – Glacias pol venil Mami, te quielo mucho, y siempre te quise conocer. – Poche soltó un sollozo por las palabras de nuestro hijo.

– No tienes nada que agradecer mi amor, yo te amo. – dijo Poche

– ¿Me puedo unir a ese abrazo? – pregunte, era lo que más deseaba, mi hijo y Poche me miraron, María José estiró su brazo izquierdo invitandome a ese abrazo, un abrazo familiar, nuestra familia. Poche nos arropó a ambos entres sus brazos y se sintió tan bien estar ahí, en su brazos con nuestro hijo.

– Mami. – llamo a Poche despegando su cara del cuello de está para mirarla, ambas lo vimos a él esperando a que hablara. – ya que volviste, vas a casalte con mamá y todos vamos a vivir juntos como los papás de Santiago. – Poche y yo compartimos mirada, me despegue de su abrazo. Este era el tema que me tenía nerviosa.

– Hijo, no creo que eso sea posible. – hablé – verás, Poche tiene su casa y tiene que cuidarla.

– No impolta mamá, nos vamos a su casa.

– Peque no es tan fácil. – intervino Poche. – tu vives aquí con tu madre y la tía Abi, y yo tengo mi casa, no puedes dejar a tu tía Abi sola aquí.

– Entonces, tu vienes a vivir aquí.

– No cariño. – hable.– Mira, los padres de Santiago están juntos desde hace mucho, Poche y yo no, por eso no podremos vivir todos juntos.

– Entonces ¿Pada que volviste si no vas a quedarte? ¿Pada que dices que me amas si no quieles vivir conmigo?

– Corazón. – hablo Poche, su voz estaba completamente rota igual que la mía. – por supuesto que voy a quedarme contigo, pero no puedo vivir aquí, tu vas a vivir con tu madre y yo siempre vendré a verte y pasar tiempo contigo.

– ¡No quiero! Quiero que te quedes aquí siempre conmigo.

– Hijo, baja la voz. – lo rete. – No nos hablas así, somos tu madres.

– No quiero, no quiero que Poche se mi mamá si no va a estal conmigo, no quiero que seas mi mamá, mejol vete. – se levantó y se fue llorando a su habitación, Poche y yo quedamos en shock con lágrimas corriendo por sus mejillas.

– Me odia, nuestro hijo me odia. – dijo con su mirada en mi, se puso de pie y salió del departamento.

– ¿Que pasa? ¿Porque tantos gritos? – salió Abi de su habitación, posando su mirada en mi, al verme se acercó y me abrazo, me quebré entre los brazos de mi mejor amiga

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Hola!

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