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Pov María José

– Buenos días jefa– dijo Abi entrando a mi oficina – han llamado del proyecto Martínez al parecer hay unos errores y requieren de su presencia en la brevedad posible.– Abi en una faceta profesional era interesante.

– ¿Que tipo de errores? Todo estaba perfecto cuando entregué los planos.

– No han dicho de que errores se trata, simplemente lo han comunicado y como e dicho, pedido su presencia.

– Está bien, si tengo algún pendiente muévelo de hora, o déjalo para mañana.– dije tomando mi blazer, apaga todo aquí y no olvides cerrar la oficina si no regreso.

Ella asiento y yo salí de ahí tomando el ascensor, no entendía que tipo de error podía ocurrir en la obra cuando ya tenían todo listo.

Al subir a mi coche recordé mi fin de semana y todo estrés que tenía se esfumó al recordarlo, habíamos vuelto hace tres días. Los días que estuvimos ahí fueron geniales a pesar de las discusiones de los niños, lo bueno es que ya no discuten o al menos no lo hicieron lo que resto del viaje.

No dejaba de pensar en la escena de la cocina con Calle, y cada vez que las imagines volvían a mi cabeza sienta el calor apoderarse de mi, su cara al correrse no se borraba de mi mente.

Su confesión de no haber estado con nadie este tiempo me tomo por sorpresa, y algo dentro de mi dolió y otra parte se alegro, no había estado con nadie que no fuese yo y eso me alegraba, era la única persona en tocar su cuerpo, pero la parte que dolía era que yo no la había esperado, yo había tocado más cuerpos aún y cuando el único que deseaba tocar era el de ella.

Después de eso no paso nada más que besos entre nosotras y dormir la última noche en la cabaña juntas, quería que fuera distinto está vez, no con un par de niños en el mismo lugar, después de todo era su primera vez después de tanto y tengo entendido que después de dar a luz la mujer queda virgen o algo parecido.

Quería prepararle una sorpresa para eso, y ya estaba casi listo.

Llegué a la obra de la señorita Martinez y baje de mi coche, camine a pasos firmes hasta donde estaba ella y el maestro de obra al parecer en una discusión.

– Buenos días– Hable para llamar su atención.

– Hasta que llega señorita Garzón, déjeme decirle que sus trabajadores son unos incompetentes.– hablo con cierto tono de molestia en su voz.– Yo que no se nada de construcción veo claramente que esto no esta quedando como habíamos acordado.

– Ante todo señorita, le voy a pedir respeto para mis empleados– hice una pausa.– Y como usted a dicho, no tiene conocimiento de que lo ellos están haciendo. Ahora dígame ¿Cuáles son esos errores de los que hablan?

– La señorita Martinez a dicho que las paredes no están donde ella había indicado.– dijo el maestro de obra con cierta diversión en su voz.

– Y según usted señorita Martinez, ¿Donde irían las paredes?

– Pues dónde habíamos acordado, la pared de alla – dijo señalando hasta el frente.– está muy a la derecha.

– Si sabe que las paredes no son piezas de Legos que pueden moverse a su antojo ¿No? – dije.– Mire, deje que los trabajadores terminé la obra, ya no queda nada, y cuando esté todo listo usted nos dice nuestros errores y lo que no le guste y lo corregimos, si es posible hacer de las paredes Legos para que no estén muy a la derecha. – termine de hablar.– señor López, vaya a continuar con su trabajo, yo me encargo del resto. – el asintió y se retiró.

– Tiene usted toda la razón señorita Garzón, pero cuando terminen la obra y quede todo perfecto no tendré una excusa para llamar y hacerle venir.

quédate (Cache g¡p) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora