Pov María José Garzón
–¿Que paso? – Pregunto Abi al vernos salir del ascensor. – ¿ Por qué no estás en el colegio? ¿Te sientes bien? ¿Dónde está Calle?
– Abi calma – le dije. – son muchas preguntas, pero es un cuento largo, pero está bien, se quedará aquí. ¿Tengo algo importante para hoy?
– Fuera de tu oficina no.
– Perfecto, hijo vamos.
Él asintió, entramos a mi oficina y tome asiento en mi escritorio.
– Puedes hacer lo que quieras cariño, pero con mucho cuidado ¿Vale?
– Si.
Me mantuve enfocada en un proyecto y en el cuidado de mi hijo, para evitar pensar en lo que había hecho Germán. Si él quiere guerra, la tendrá.
– Mamá, tengo hambre. – hablo mi hijo sacándome de mis pensamientos. Fije mi vista en el reloj de pared.
– Perdón hijo, vamos con Abi para que te lleve a comer algo rico. – salimos ambos de la oficina y llegamos hasta el lugar de Abi.
– Tía Abi, tengo hambre.
– ¿Puedes llevarlo a comer por favor? – pregunte a Abi en cuanto estuve frente a ella. – Aún me quedan algunos pendientes y no quiero retrasarlos más.– expliqué.
– No te preocupes, yo me ocupó. – asentí, José Ángel se pedio de mi moviendo su manito.
Ingrese nuevamente en mi oficina, para seguir con el trabajo y la corrección de planos en digital. No pasó mucho tiempo cuando la puerta de mi oficio a se abrió sin aviso previo, dejando ver a la persona que había ocasionado aquella acción.
– María José, cuánto tiempo. – Hablo Vanessa cuando entre en su campo de visión.
– Lo mismo digo, Vanessa. ¿A qué se debe tu visita? – pregunté serenamente aún en mi silla.
– Solo pasaba por aquí y decidí venir a verte, hace un tiempo que no nos vemos. – dijo con una actitud extraña, estaba vestida sencilla para su extravagancia habitual, o simplemente ya no me hacía gracia.
– Gracias, pero como puedes ver, tengo algo de trabajo. – Le dije, con falso pesar.
– No voy a quitarte mucho tiempo. – metio la mano en su bolso, buscando algo, durante un minuto, hasta que encontró lo que buscaba. – Aprovecho de dejarte esto. – me entrego un sobre blanco, lo tome con duda. – Estás ocupada, y no te voy a quitar tiempo, léelo cuando quieras, será tu decisión. – aún más extrañada, tomé el sobre y lo deje en mi escritorio.
– En lo que me desocupe veré su conten. ¿Puedes decirme de que trata?
– Si te digo, el haberte entregado eso no tiene chiste, lo dejo en tus manos. Cómo te dije es tu decisión, nos vemos. – sin más, salió de mi oficina.
Me quedé pensando en que podía contener aquel sobre, pero se me olvidó rápidamente cuando volví mi vista al computador. Tenía trabajo por terminar.
La poco tiempo regreso mi hijo, en sus manos traía una bolsa con sandwich, lo cual agradecí ya que me estómago reclamaba comida. Pasado el tiempo salimos de la oficina para ir a buscar a calle. Cómo quisiera que dejara ese trabajo y trabajará conmigo, pero sabía que eso no pasaría.
– ¡Mami! – exclamó, viendo por la ventana del auto a su madre acercarse. Ella subió al asiento copiloto y saludo a nuestro hijo.
– ¿Cómo te fue con mamá? – Preguntó, ignorando me olímpicamente.
– ¡Bien! Me encanta ir al trabajo de mamá. – Respondio con alegría.
– Cuando seas grande, todo eso será tuyo cariño. – Le dije, sus ojitos brillaron y mi corazón se hincho de felicidad. – Hola amor, ¿Cómo te fue en el trabajo? Excelente, me alegro mucho – dije con ironía viendo a Daniela mientras ella mantenía una sonrisa burlona en su rostro.
– Hola amor. – se inclino en su asiento me dió un pico.
– Vamos a casa – Dije
– Uy sí, tengo que hablar con Abi.
– ¿De que? – Pregunté.
– Cosas de chicas. – dijo con chulería.
– Ah, discúlpame.
– Es broma amor. – tomo mi mano. – es sobre la secretaria de Edward, bueno la que cubrió mi baja.
– ¿Y que tiene esa chica de especial para que tengas que hablar con Abi?
– Nada, solo que me amenazó por así decirlo, dijo que no me dejaría quitarle su trabajo.
– Pero ella es quien quiere quitarte tu trabajo, era tuyo antes. – le dije.
– Lo sé, por eso no le preste tanta atención, Pero como Abi es mi mejor amiga, tengo que contarle para que la odiemos juntas. – Negué con un moviendo de cabeza y seguimos el camino en un cómodo silencio. No tardamos mucho llegar a su edificio.
Ella bajo primero y ayudó a José Ángel a quitarse el cinturón de seguridad y bajar también. Yo los seguí hasta que entramos al elevador.
– Mami, tengo sueño– hablo mi hijo.
– Ya vamos a llegar a casa para que tomes tu siesta cariño. – El asintió y recostó su cuerpo en una de las piernas de calle. El elevador emitió un sonido anunciado que llegamos al piso. Calle abrió la puerta de su apartamento y entramos, nada más tener un pie adentro, él pequeño como una flecha fue a su habitación. – Ya vuelvo, iré a quitarle su ropa y ponerle algo cómodo. – asentí ante sus palabras y tome asiento en el sofá.
La puerta volvió a abrirse dejando ver a Abi, que estaba igual o peor que mi hijo, caminaba con los ojos cerrados y lanzando sus pertenecías por todos lados.
– Cuidado caes. – hablé, ella dió un salto y abrió sus ojos, yo sonreí divertida.
– Hasta en mi casa tengo que ver a mi molesta jefa. – gruño tomando asiento a mi lado.
– ¿Disculpa? Si tanto te molesto, ¿Por qué no cambias de trabajo de nuevo? - me defendí.
– Porque pagas bien, y cuando llega mi sueldo, me olvidó un poco de lo molesta que eres.
Abrí mi boca para decir algo pero mis palabras fueron cortadas por el sonido de tacones contra el piso.
– ¡Abi! – exclamó calle, tomando asiento a su lado, dejando a la antes nombrada en medio de las dos. Su amiga, al contrario de ella, solo asintió con su cabeza. – Hay una nueva secretaria trabajando con Edward, bueno es la secretaria que cubrió mi baja – Sin darle tiempo a nada, le empezó a contar lo que antes me había dicho a mi y ambas se encargaron de decir muchas cosas referente a la pobre chica.
– No me gustaría tener una enemistad con ustedes. – dije luego de un rato de estar escuchando sus barbaridades contra alguien que no les ha hecho nada. – la pobre mujer no les ha hecho nada, y ustedes la están desviviendo ya.
– Eso es un adelanto de lo que te pasará si le haces daño a mi amiga – Hablo Abi.
– No lo haré, nunca ha sido mi intención. – respondí mirando directamente a Daniela, su mirada reflejaba amor.
– Más te vale – dijo, apuntadome con su dedo. – a todas estas ¿Que hacía Vanessa hoy en tu oficina? – pregunto y ví la mirada de calle, que antes era de amor, y ahora era una expresión indescifrable.
– Nada en especial, pasaba por ahí y decidio pasar a saludar. – Respondí
– ¿Por qué no me habías dicho? – Pregunto calle.
– Se me pasó cariño, no lo ví importante de mencionar.
Su mirada, está vez me decía que estaría en problemas y una larga conversación por delante.
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quédate (Cache g¡p)
De TodoPensar que haces lo correcto cuando no es así. Perder al amor de tu vida por no perderlo todo. Tenerlo todo, pero no tener el amor de tu vida. Es mi primera historia, por favor denle amor. Poché (g!p) Si no te agrada este tipo de contenido por...
