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Pov Daniela.

– Todo está pasando tan rápido para mí – dijo Poche. – nuestro hijo, el hospital, sus cuidados y ahora esto. No sé cómo manejar todo el cambio que está ocurriendo en mi vida y no es que sea malo, tener a José Ángel es la mejor cosa que me a pasado nunca, saber que está sano es maravilloso– suspiró. – lo único que quiero es no hacerle daño, de ninguna manera tengo que protegerlo todo lo que no he podido.

– Y te entiendo Poche, yo también quiero protegerlo, lo hago desde que supe que estaba en mi vientre. Pero el que tú y yo intentemos algo no le hará daño, todo lo contrario, lo hará muy feliz.

– Felicidad que se verá afectada si tú y yo no funcionamos Calle.

– Gordi, ¿Cómo no vamos a funcionar si eres el amor de mi vida? – dije tomando su mano.

– Vale, y tu el mío, eres el amor de mi vida pero, ¿Que pasa si no soy el amor para tu vida?

– ¿Y sí eres los dos?– ella suspiró y me miró.– Hagamos algo, lo intentamos sin mostrarnos afecto delante de José Ángel, vamos viendo cómo van las cosas y cuando estemos seguras le decimos. ¿Te parece?

– No lo sé Calle, es que, joder – paso sus manos por la cara.

– No voy a insistir más Poche. – me levanté del sofá.– Ya te lo he dicho, ya te he rogado y si tú no lo quieres no queda nada más por hablar. Ten buenas noches. – dije ya con la puerta abierta.

– Que cobarde estoy siendo. – lo dijo en un susurro que logre escuchar. – Vale, hagamos esto, como tú has dicho podemos ocultarlo hasta estar seguras y con el tiempo veremos que pasa. – sonreí todo lo que pude y la abrace.– Quiero estoy tanto como tú Calle, pero como he dicho antes, tengo miedo así que debes tener paciencia.

– José Ángel me ha enseñado a desarrollar la paciencia, así que tendré toda la que necesites. Merecemos ser felices como una familia Poche, como siempre debió ser. – me separé un poco del abrazo.

– Pondré todo de mi parte para que pueda darse eso que deseamos.

– Yo también lo haré.

– Iré a casa, mañana tengo que reunirme con un nuevo cliente a primera hora. – explico saliendo del departamento.

– Vale, avísame cuando llegues a tu casa.

– Lo haré, buenas noches Calle.

– Buenas noches para ti también Poch. – dije acercándome y fugaz beso en sus labios, ella sonrió y me abrazo.

– No vuelvas a irte por favor. – dijo

– No lo haré, está vez no tengo miedo y haré todo para que tú dejes de tenerlo. – Ella asintió y se separó completamente del abrazo.

– Bueno, ahora sí me iré. Descansa Calle– dijo dando un último pico en mis labios y camino hasta el ascensor, espero hasta que estuviera dentro de el y yo entre al departamento.

Apegue la tele y el resto de luces que quedaban encendidas, dejando una lámpara encendida camine hasta mi habitación, después de hacer toda mi rutina, me acosté en mi cama y no pude evitar tocar mis labios, aunque hoy solo hallan sido un par de roces, eran diferentes, eran el nuevo inicio de algo, el nuevo inicio de algo que nunca debió terminar.

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–¡Mamá tía Abi está quemando la cocina!– Desperté al escuchar el grito de mi hijo y me levanté de un salto de la cama y saliendo rápidamente de la habitación viendo el humo que había.

–¡Joder Abi! ¿Que estás haciendo? – dije tapando mi nariz para evitar el humo.– José Ángel ve a tu habitación y cierra la puerta. – el hizo lo que pedí y fui hasta donde Abi. – ¿Cómo se te ocurre cocinar algo?

– ¡No cocine nada! – dijo. – Solo intentaba tostar un poco el pan, lo deje ahí y fui a ducharme.

– Pero Abi, ¿Cómo vas a ponerlo en la estufa? Hay un tortador cuya función es esa, tostar y no quemar.

– Que voy a saber yo Calle.

– No vuelvas acercarte a la cocina sin supervisión de un adulto ¿Vale? – me miró entrecerrando los ojos.

– Ni que fuera el pollito.

– No, no eres él, mi hijo es muy inteligente para hacer lo que tú hiciste.

– Idiota. – dijo y yo reí.

– Menos mal y no se activaron las alarmas, sino tendríamos aquí a los bomberos y el equipo swat.

– Ya basta de chistes Daniela – Se enojo. – No estoy tendiendo un buen día y apenas son las ocho de la mañana. – la mire extrañada.

– ¿Que está pasando? – pregunté.

– Juliana, Juliana pasa. – rodé los ojos.

– ¿Que hizo la idiota ahora?

– Es que, ¿Quien me manda a meterme a mi con alguien como ella? – dijo, y yo seguía sin entender. – Su podcast la hizo conocida y sus "fans" sabían que tenía una relación conmigo. – asentí.– Pues ahora después de todo lo que pasó y que habíamos acordado no decir nada para que no le afectará, resulta que una cuenta en Twitter ayer subió pruebas de su infidelidad.

– ¿Cuál es el problema? Así las personas se dan cuenta de quién es en realidad.

– El problema Calle, es que me está acusando a mi de eso, me ha escrito diciendo que no tenía necesidad de crear una cuenta falsa para hundirla. Que va a demandarme por difamación, me dijo que soy una sufrida ¿Puedes creerlo? Yo no he hecho nada, ni siquiera la nombró desde lo que pasó, ni contigo hablo de ella.

– A ver, cálmate primero. – dije y la abrace al ver que salían unas lágrimas de sus ojos.– Ella nunca sabrá lo que quiere, y tú no tienes culpa de nada de eso, quien falló fue ella, tu tranquila que si te demanda perderla porque no tiene pruebas, y además no fuiste tú, fue una cuenta de Twitter y ya está. – apretó más nuestro abrazo. – No podemos permitir que te vuelva a afectar ¿Vale? – asintió.

– Tengo que ir a trabajar. – dijo.

– ¿Que te parece si llamamos al biscocho de tu jefa, y le decimos que te sientes mal y no puedes ir a trabajar hoy? – ella me miró. – No comemos heladitos, vemos una peli, salimos al parque con el pollito o lo que tú quieras hacer.

– ¿El biscocho de mi jefa? – dijo sonriendo.

– De todo lo que te dije, ¿Lo único que te quedó fue eso? – pregunte rodando los ojos.

– Pues si, porque antes era solo Poche, ahora es biscocho. Creo que me debes una explicación. – dijo apuntandome con su dedo índice y con los ojos entrecerrados.

– Te la daré, ahora llamaré a tu jefa para avisarle.

–¿No debería llamarla yo que soy su empleada?

– Tu no te preocupes.– dije y ella soltó una pequeña carcajada. – Abi, como te dije, ella no sabe lo que quiere y cuando lo sepa se dará cuenta de que lo tuvo y lo dejo ir por idiota. – ella asintió con una sonrisa débil.

Le dolía, por supuesto que si, pero Abi es fuerte y ella siempre sale de dónde sea que esté, como un fénix.

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Una similitud con la realidad porque quiera expresarlo de alguna manera.

quédate (Cache g¡p) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora