13

555 44 0
                                    

Pov Daniela

Estaba en el sofá viendo a mi hijo y recordando las palabras que Poche dijo hace un par de días, ella realmente estaba dispuesta a luchar por su familia,  o al menos por nuestro hijo. De mi cabeza no salía la posibilidad de que pudiese conquistar a Poche más adelante.

– ¿En qué piensas chiqui?– escuche la voz de mi madre, sonreí de inmediato y me levanté para saludarla con un abrazo. – ¿Y esté amor tan repentino? – me separé un poco para verla con los ojos entrecerrados.

– Hablas cómo si nunca te he dado un abrazo o muestras de cariño. – nos separamos del abrazo completamente y ella se acercó a mi hijo que estaba dormido.

– Deja el drama chiqui. – dijo mamá haciendo un movimiento con la mano restándole importancia. – mejor dime cómo está mi nieto favorito.

–¿Si sabes que es el único nieto que tienes no?

–Ay Daniela, déjate de tonterías y habla.– sonreí.

– Bien, ha estado bien luego del proceso. Hoy lo darán de alta y podemos ir a casa.

–¿Y pochesita?– preguntó. – quiero verla y preguntarle porque te dejó. – trague grueso, mamá nunca supo la verdad razón por la cual me separé de Poche.

– No lo sé, supongo que está en su empresa. – respondí. – Abi me dijo que María José vendría a buscarnos.

–¿Abi? – pregunto con una ceja alzada.

– Si mamá, Abi. – la conversación quedo ahí porque el pequeño pollito había despertado y mamá depósito toda su atención en él.

Amaba a mi madre, ha cuidado a mi hijo de una manera tan bonita que a veces eso me quita un poco la culpa de no decirle nada a Poche. Quizá mi hijo fuese crecido con sus dos madres juntas pero no fuese tenido el amor de una abuela.

Estuvieron hablando una de hora, no sé que tanta conversación pueden tener un niño con un adulto pero al parecer mi hijo y mi madre tenían mucho de que hablar. Salí a tomar un café necesitaba cafeína en mi cuerpo. Al llegar pedí mi café y gire para ir a un ventanal y sentir el aire puro y los rayos del sol contra mi piel.

– Venía siguiéndote y al parecer estás tan perdida en ti que no te has dado cuenta.– hablo una voz que reconocí rápidamente . Solté una risita.

– Si fueses de esas personas que se anuncian y no persiguen a los demás ya te fuese notado. – respondí quedando frente a frente.

– Es que si te seguía tenía vista de tu espalda baja.– solté una leve carcajada.

– ¿Que hace aquí señor Carbajal? – pregunte con gracias.

– Vengo a ver al futuro niño Carbajal – reí. – No te reías, lo digo en serio.

– Si tú lo dices – alce mis hombros. – Solo que ahora sí tienes la tarea difícil.

– Siempre me lo has puesto difícil Calle – respondió con su sonrisa torcida, la cual podría derretir a cualquier chica, menos a mi. – Aún no sé cómo aceptaste aquella cita.

– Te recuerdo que no fue una cita, estábamos Abi, mi hijo y yo, tu llegaste por arte mágica. – aclaré.

– Es igual. – gire para ir nuevamente a la habitación de mi hijo y el siguió mis pasos. – Una pregunta ¿Cuando vas a volver a ser mi secretaria? Realmente te necesito, tu reemplazo no es muy buena que digamos.

– Eso es porque soy irremplazable – dije con chulería.

– Lo eres por supuesto que lo eres.– hablo claramente en su modo seductor.

Llegamos a la habitación y antes de entrar escuche carcajadas de risas, y no es que mi madre sea aburrida pero no recuerdo escuchar reír a mi hijo así, se instalo una sonrisa en mi rostro y abrí la puerta.

Estaban Valentina, una pequeña de la edad de mi hijo, el señor Garzón, María José y mi madre, la mirada de todos estaban en Edward y yo, mamá bufó, mi pequeño hijo giro sus ojos y María José rio al ver eso.

– Buenos días. – hablo Edward con educación.– ¿Cómo está la suegra más guapa? – dijo yendo hasta donde mi madre quien giro los ojos.

– Bien hasta que tú llegaste. – respondió mamá, y pude ver a María José y nuestro hijo aguantado la risa, eran tal para cual.

– Señor Carvajal – hablo Poche estirando su mano y por la tensión que se sintió en ese momento supe que se conocían y al parecer no se llevaban bien. – ¿Que lo trae por aquí?

– Vine a ver al futuro Carbajal, y a mi futura novia. – el rostro de María José se transformó en enojo y sabía que era hora de intervenir.

– Deja eso ya Edward – hablé – sabes que a mi hijo no le gusta que lo llames así.– Edward se acercó un poco a mi hijo y este giro su carita a dónde estaba su abuelo.

–¿Tu Garzón? – pregunto al ver que mi hijo lo ignoro.– ¿Que haces aquí? Nunca te había visto cerca de Calle.

– Estoy aquí porque soy la m...

– Ella es una vieja amiga – interrumpí, estaba mi hijo y no quería que se entere de esa forma.

– entiendo, bueno yo me iré – suspiré. – te veo luego bonita – dijo, se despido de todos con la mano y quedamos en un silencio incómodo.

– Ese señol me cae tan mal – hablo mi hijo haciendo reír a todos, María José dió una caricia en su carita.

– Señor Garzón buen día – saludé ya no lo había hecho antes.

– Buenos días señorita Calle. – respondió de igual manera.

– Hola señorita Garzón– dije está vez en dirección a Valentina.– Tiempo sin verla – estire mi mano para que la tomara en forma de saludo pero ella me abrazo, un abrazo que no me espere pero que necesitaba. Sabía que había cometido un grave error y por eso la diferencia del señor Garzón, pero con este abrazo sabía que podía contar con Valentina a pesar de todo.

– Déjate de tonterías.– dijo ella–  mira te presento a mi hija.– estiró su mano en dirección a la pequeña. – Mi amor ella es Dani la mamá de José Ángel.

– Mucho gusto señora.– dijo de una forma tierna estirando su manito, sonreí por lo educada.

– Mucho gusto princesa, eres encantadora.

– Esos modales me los enseño mi tía, dice que siempre tenemos que ser educados con las personas grandes – explico viendo a Poche quien le dió una sonrisa orgullosa, y yo sonreí triste porque mi pequeño no tuvo eso.

Estuvimos un tiempo, cada quien se sumergió en una conversación, mi madre hablaba con Juan Carlos, yo con Valentina quien me contó lo de su embarazo y el cobarde del padre de la niña. María José estaba con los dos pequeños quienes estaban en la cama y ella le contaba cuánta ocurrencia para que ellos rieran, verla así me ponía triste. Mi hijo creció sin ella, y ahora tengo miedo de que se vaya.

–¿Te paso una toalla?– hablo Valentina sacándome de mis pensamientos, la mire y tenía una sonrisa burlesca en su rostro.

– Estaba pensado. – respondí, y en parte era la verdad.

– Yo también me quedaba así cuando nació Sofía, María José la cuida tanto que siempre supe sería una buena madre. Dale una oportunidad de entrar no vas a arrepentirte, es medio idiota pero es una excelente madre lo he visto con Sofía. – suspiré y me concentre en ver a María José con los niños.

– La oportunidad la tiene desde antes de volver a vernos, yo soy quien necesita una oportunidad.

– ¿Aún la amas?– pregunto y yo la mire, ella asintió.

– Me quedo claro.

Treinta minutos después se habían ido mi madre junto a los Garzón, quedando solo María José, mi pequeño y yo. Ellos estaban conversando hasta que mi hijo dijo algo que preste atención.

–Si el abuelo juanca será mi abuelo mientras llega mi abuelo de verdad, ¿Porque tú no puedes ser mi otra mami mientras llega mi mamá de verdad? – María José levantó la mirada buscando ayuda, ví en sus ojos un poco de tristeza.

Llegó la hora

quédate (Cache g¡p) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora