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—¡Cierra los ojos! —le lancé un chapuzón de agua en la cara. Eddie reaccionó demasiado tarde que terminó quejándose con un "agh mis ojos", después se hundió completamente dentro del lago. Estaba oscureciendo y el panorama no era muy agradable que dijéramos—¡Eddie Doo!, no juegues así conmigo, sal ya—exclamé formando un puchero, al ver que seguía sumergido en el agua—. Si no sales a la superficie en este instante, nadaré hasta la orilla y te dejaré aquí solo.
Miré a mi alrededor, contando del uno al diez, del diez al veinte, hasta llegar al cincuenta; pero el chico no salía. Mi corazón empezó a latir de forma acelerada, no había ningún rastro de él.
—¡Eddie! —mascullé con un nudo formado en la garganta. Respiré hondo, sumergiéndome también, pero solo habían plantas subacuáticas y basura. Volví a la superficie para tomar oxígeno, e impulsarme una vez más.
Desgraciadamente todo fue un fracaso.
Mi sentido alerta se activó. Comencé a nadar hasta la orilla, para cambiarme y buscar ayuda en la carretera. El lugar que habíamos elegido para acampar estaba retirado del pueblo, no habían cabañas, o casitas de seguridad. Literalmente estábamos varados en medio de la nada.
Volví a tocar el suelo, corrí, y corrí, evitando tropezar entre la maleza, hasta que llegué a la carpa e ingresé desesperada, mojando nuestra colchoneta formando un pequeño charco en el suelo.
Resiste, Eddie, el rescate vendrá pronto.
Sollocé calzándome una playera suya, estaba desesperada, asustada, pensando lo peor. Me sentía culpable.
De repente, escuché que alguien deslizó el zipper de la carpa e ingresó a largos pasos, rápidamente me giré y lo vi empapado de agua.
—Q-Qué haces aquí —titubeé aterrada, retrocediendo algunos pasos hasta tropezar y caer al suelo.
—La ayuda nunca llegará, porque Eddie está muerto—Jason me apuntó con el cuchillo, sonriendo siniestro—. Al fin conseguí lo que quería.
—No, ¡él no está muerto! —abracé mis rodillas, arrastrándome lo más lejano posible.
—Lo está, yo lo ahogué.
—¡NO!
Jason se removió del camino, para darle entrada a Patrick sosteniendo el cuerpo de Eddie, que yacía sin rastros de vida.
—¡EDDIE!, ¡NO MI AMOR, NO TÚ! —me levanté del suelo, a punto de correr, pero Jason fue más rápido, y me apuñaló en el abdomen. No solo una, si, no, cinco veces.
Caí de rodillas al piso, sintiendo dolor, mucho dolor recorrerme el abdomen. Rápidamente comenzó a expandirse.
Todo me daba vueltas, todo me punzaba, incluso llegué a percibir mis propios latidos y la punzada de mis órganos heridos, a los pocos segundos, el sabor metálico de mi propia sangre empezó a escurrirme por la boca.