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Eddie.
—Y entonces el cazador se prepara, para...
Unos golpetazos en la puerta me hicieron cerrar la boca de golpe. «Maldición, como detesto que interrumpan mis discursos, más si se trata de algo serio». Coloqué los ojos en blanco, al escuchar nuevamente los fuertes golpes. «Ni mi bisabuelo solía golpear a mi bisabuela de esta manera».
—¿Alguien ordenó una pizza? —Cuestioné de mal humor, observando a cada uno. Ellos negaron y después se miraron entre sí, estaban confundidos y desorientados.
—No amigo, pero yo abriré. —Dustin se ofreció, dirigiéndose a la entrada.
—Date prisa, no quiero que tumben la puerta y terminemos suplantándola con cortinas de ancianas. —Volví a tumbarme en la silla, soltando un largo suspiro de irritación.
Los chicos rieron ante mi comentario mientras seguían a Dustin con la mirada. Hasta que él abrió la puerta y logré percibir esa pequeña silueta familiar, que había comenzado a detestar cada vez que recorría los pasillos del instituto de la mano de Jason.
Sabía que esa nena terminaría buscándome tarde o temprano, pero jamás me llegó a pasar por la mente que sucediera tan pronto, mucho menos hoy a estas horas de la noche. Y todo porque esa irritable chica perfecta, no ha sido más que una víctima de la estúpida sociedad de mierda, que la rodea.
—Se encuentra... —Su melodiosa voz me sacó de mis pensamientos. Entonces decidí no dejarla terminar la frase, quería divertirme un poco con ella y su mal carácter.
—¡Que pase! —Gareth abrió la boca para reprochar, pero mi fulminante mirada hizo que la cerrara . —Ahórrate tus comentarios hasta que nuestra invitada se haya ido. —Sentencié entre susurros.
Dustin cerró la puerta detrás de la princesita, que avanzaba con timidez mientras admiraba las velas y luces de colores que iluminaban el área. Entrelacé las manos sobre la mesa, tomando una mejor posición.
—Parece que te has equivocado de reino, princesa. —Enfaticé lo último con un gran toque de burla y sarcasmo.
—No.—Respondió, situándose entre Jeff y Mike.
—Anda, prosigue. —La invité a continuar sin dejar de intimidarla con mi arrogante sonrisa efímera. Sabiendo el motivo de su visita.
—He venido a disculparme contigo. —Centró la mirada en el tablero, como si estuviera avergonzada de si misma y sintiera una culpa inexplicable—Tenías razón sobre Jason.
¿Escuché mal? claro que no. Incluso los chicos se quedaron en silencio, procesando la confesión que salió de su boca. Gareth me miraba con un gesto de "no le creas" y Lawrence se había tragado la goma de mascar, que por cierto fue asqueroso.
Quería salir corriendo en busca de Jason, burlarme de él y restregarle su maldita derrota en la cara. Su primera derrota. Porque conociéndolo bien, su ego caería al suelo como mierda de pájaro. ¡Vaya similitudes!
