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Escucho las respiraciones de alguien durmiendo a mi lado. Enseguida me giro cuidadosamente con la visión borrosa y contemplo a Eddie, él se encuentra en un sueño profundo sin dejar de abraz... ABRAZARME DE LA CINTURA.
Entonces recuerdo que pasé la noche con él, sin embargo no logro recordar lo qué ocurrió después de que fuera por un vaso con jugo.
Intento liberarme de su agarre, pero esto lo hace aferrarse más entre gruñidos.
—Friki~ —Susurro dulcemente, para ver si funciona el "hechizo" y logra soltarme. Pero no, sigue durmiendo. —Eddie, debo volver a casa. —Doy unas cuantas sacudidas sobre su hombro para despertarlo. Sintiendo los nervios de punta, por el regaño que recibiría de mis padres, si se enteran que no pasé la noche en casa.
Porque cuando uno está alterado, toma decisiones taaan a la ligera, que después traen graves consecuencias.
—Eddie si no despiertas ahora, juro que me robaré tu guitarra. Que debería estar colgada sobre la pared.
—Hmh~ —Se remueve frotándose los ojos. Eso me hace sonreír y removerme de igual manera para levantarme de la cama.
—¿Que sucedió anoche? —Hay algunas almohadas en el suelo, así como la sábana y prendas de vestir. Vuelvo a mirar a Eddie, y entonces noto un pequeño GRAN detalle.
ESTÁ SIN CAMISA.
ÚNICAMENTE TIENE PUESTO SU BÓXER.
Y...
SU AMIGUITO ES EL PRIMERO EN DARME LOS BUENOS DÍAS.
Inmediatamente me giro dándole la espalda, avergonzada me cubro el rostro con las manos, sintiendo el calor emanar mis mejillas.
—Y eso que no lo has visto en su máximo esplendor. —Exclama con la voz ronca. Es más, puedo imaginarlo con su retorcida sonrisa en este preciso instante.
—Cállate y vístete mejor. —Mascullo con total sonrojo, sintiéndome un helado dentro de un horno de microondas.
—Seh, había olvidado que estabas acostumbrada a la miseria de Jason.
Escucho que se remueve de la cama, comenzando a recoger algunas de sus prendas tiradas en el suelo.
—Eddie... —Murmuro con la voz temblorosa.—Dime que no pasó nada entre nosotros.
—Ya te puedes girar. —Evade mi pregunta.
—¡Eddie respóndeme!
—Deberías conseguir empleo en una granja, por gritar desde temprano.
—Y tú eres un~ —Me quedo sin argumento, ahora viéndolo de espaldas.
—¿Un qué? —Se voltea acomodándose la playera.
—Un tonto, por no responder mi pregunta. —Acuso con los ojos muy abiertos.
—No, pasó nada, solo me pediste que te besara, amablemente acepté, nos besamos y ya está. No pasó nada. —Responde con total normalidad, sentándose en el borde de la cama para calzarse los tenis.
