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Subí a encerrarme en mi habitación, encendí la radio y me tumbé en la cama. Tenía una pequeña constelación fluorescente pegada en el techo, me enfoqué totalmente en las estrellitas intentando tranquilizar la rabia que me carcomía cada órgano vital.
¿Hasta cuándo escucharé un "estamos orgullosos de ti, hija"...?
Quisiera regresar el tiempo y no toparme con Jason aquella noche que mis padres discutieron por haber terminado en un pequeño pueblo. Aunque gracias a él, mi padre consiguió un buen puesto de trabajo con los Carver. ¿Y si yo soy la del problema? No, él empezó a convertirse en un imbecil, celoso y posesivo después que cumplimos tres meses.
Al carajo.
Extendí mi brazo al cajón y tomé mi cajita musical, dentro de ella se encontraba oculta la bolsa de hierba que Eddie me había obsequiado. Estaba totalmente sellada y lista para ser consumida por mi.
Cuidadosamente la abrí con los dientes, enseguida un olor amargo y desagradable invadió mis fosas nasales. Me hizo ejercer una mueca de asco.
—Mierda ¿Y ahora que se supone que haga con esto? No cuenta con instrucciones.—Exclamé tomando una pizca para olfatearla y lamerla con la punta de mi lengua. Puagh era asquerosa.
Volví a introducirla nuevamente en la caja para volver acomodarla en su lugar. Me levanté de la cama y pensé que lo mejor sería ir a casa de Jason, inventar que tengo Cáncer terminal y probablemente fallezca en los próximos meses, así nunca más me volvería a molestar. Para ese entonces habré cumplido la mayoría de edad, conseguir un buen trabajo e irme lejos del pueblo.
—Que estúpida, como si fuera una idea creíble. —Bufé tocándome la cabeza con ambas manos.— Da igual, es un pendejo.
Antes de ir con él, busqué un cómodo atuendo que consistía en unos vaqueros y una chaqueta de mezclilla, ambos hacían un increíble juego con mis tenis rojos.
Resiste, solo hazlo por tres meses más. Después le atraviesas un palo por el culo si es necesario.
Mi consciencia me rogaba que soportara un poco. Pero mi orgullo era mas grande, no tenía elección, tal vez me arrepentiría después si no lo hacía ahora. Bajé las escaleras, mis padres estaban viendo la televisión.
—¿A donde vas? ___. —Preguntó mi padre mirándome por el rabillo del ojo.
—A casa de Jason. —Respondí sonriendo con falsedad.
—No vuelvas tarde, salúdalo de mi parte.
—No lo haré. —Dije abriendo la puerta.
Mientras avanzaba entre las calles, repasaba el plan "Jason, necesito hablar contigo, pero antes de eso, quiero que me prometas una cosa, no tocarás este tema con mis padres. Blah, blah, blah, moriré dentro de unos meses". Entonces bufé y me reí de mi misma, realmente era la peor estupidez que se me pudo ocurrir.