Carla

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Noviembre 2020

Intentaba concentrarse en la escuela, porque se negaba a pensar todo el tiempo en lo que haría Samuel, pero le era imposible, necesitaba estar pendiente de él, era una necesidad enfermiza, de sus histories y publicaciones, así como sus estados... pero cualquiera de esas tres cosas se habían vuelto casi nulas en la vida de Samuel.

Publicaba alguna foto solo de vez en cuando, de histories casi nada y estados, la mayoría eran de la escuela y acerca de debate... aparentemente Samuel había entrado al club de debate de Las Encinas.

La ansiedad era demasiada, no quería aceptárselo, pero sabía que no era normal que ella se alterara tanto por cualquier foto, por cualquier comentario... no era normal que ella viviera buscando las pizcas de la vida de Samuel en España.

Jessica era una chica de México, era becada y estaba en la clase de Carla... había necesitado un lugar para rentar y Carla le había ofrecido un cuarto en su casa, con la única regla de que no podía llevar a nadie a follar.

Sabía por qué lo había hecho, extrañaba a Lucrecia. Extrañaba a la mexicana y su particular forma de ser.

Había intentado llamarla varias veces, pero siempre era lo mismo, el teléfono no estaba disponible, aún así no se rendía y la llamaba una vez a la semana, con la esperanza de que ella pudiese reconectar su línea y viese sus llamadas.

Ahora se sentía culpable... ¿Por qué Lu no abordó ese avión? ¿Y qué carajo estaba haciendo ella en un hotel de tres estrellas?

Se sentía pésima amiga por no responder a sus mensajes... Lu tenía razón, ella y Samuel habían sido los únicos que se habían dado cuenta de lo mal que se había puesto ella por la droga y habían sido los únicos que la habían intentado ayudar, Lu más directamente que Samuel, pero entendía la distancia del chico, ella misma se había encargado de alejarlo.

—Car, deberías salir más —dijo Jessica al verla sentada en el sillón a altas horas de la noche.
—Mira quien lo dice —se burló Carla—. La mexicana antisocial...
—Bueno, pero yo porque no tengo dinero para eso... tú puedes gastarte tu dinero en alcohol —debatió Jessica.

Carla estuvo a punto de responderle cuando vio una nueva foto de Samuel.

Carla estuvo a punto de responderle cuando vio una nueva foto de Samuel

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Y de repente todo se puso en blanco.

—¿Carla? ¿Estás bien? —escuchó de fondo.

Le faltaba el aire, su garganta se cerraba lentamente y no tenía sentido que respirara. ¿Para qué?

¿Quién era ella?

¿Qué hacía Samuel sonriente con ella?

¿Por qué carajos tenía que ser rubia?

—¡CARLA! —gritó Jessica y Carla miró sus castaños ojos—. Tienes que respirar, pendeja... o vas a morirte. ¡Vamos! Inhala, y exhala.

Carla no supo por cuanto tiempo estuvo escuchando a Jessica.

—¿Desde cuándo tienes crisis de ansiedad? —preguntó Jessica con cuidado mientras le daba una taza de té a Carla.
—¿Qué?
—¿Desde cuándo tienes ansiedad, Carla?
—No tengo ansiedad —debatió la rubia.

—Okey, es la primera vez... ¿Puedo saber qué la causó? —inquirió Jessica, pero Carla solo se encogió de hombros.

Así que Jessica se levantó y fue a por el teléfono de Carla hasta el piso del comedor y lo observó.

—¿Es tu ex? —preguntó al observar la fotografía—. Samuel.
—No sé quién es ella.
—Okey, entonces no es tan ex... —concluyó Jessica.
—¿Por qué rubia? —le preguntó Carla a Jessica, quien se sorprendió de verla así. Esta CArla que tenía enfrente parecía una niña pequeña, asustada y débil, no la Carla que ella conocía, feroz y astuta, fuerte como mármol.

—Bien, no se la historia, pero él parece ser demasiado importante para tí.
—Fui yo quien se fue, ¿Por qué duele tanto entonces? —dijo la rubia con lágrimas en sus ojos.
—Okey, escúchame rubia —dijo Jessica, quien no sabía exactamente que hacer, le había dado la oportunidad a Carla de contarle acerca del tal Samuel, pero ella no había compartido nada—. Aquí no dice nada de que sean pareja, ni siquiera una mínima implicación, así que deja de entrar en pánico, porque las crisis de ansiedad no llevan a nada bueno.

—No tengo ansiedad.
—Si bueno, ¿Por qué no le preguntamos a un psicólogo?
—No tengo ansiedad.
—Carla, tranquilízate... necesitas dormir, ya mañana veremos que hacemos.

A Jessica le costó más de lo que esperaba que Carla se durmiera. Era difícil ver a su nueva amiga así. Sin el permiso de Carla tomó su teléfono y comenzó a buscar acerca del chico.

Instagram no decía mucho, pero la Galería de Carla era otra historia diferente, había fotos con el chico llamado Samuel, algunas demasiado personales como para los propios ojos de Jessica, pero el llamó la atención que en todas las fotos en las que salía con Samuel, Carla lucía radiante, era una Carla muy diferente, su sonrisa era distinta, sus ojos brillaban distintos. Jessica estaba viendo a una Carla enamorada en esas fotografías y enseguida se sintió mal.

¿Por qué su amiga habría tenido que dejar a Samuel?

Estaba por salirse y bloquear el teléfono cuando se encontró con el registro de llamadas.

Había muchas llamadas a "Lucrecia Montesinos" y al parecer no es que hubieran sido respondidas. Jessica miró a Carla y lo único que pensó es que era un total misterio, llevaba meses viviendo con ella, pero al parecer, no la conocía nada. Carla jamás mencionaba a nadie que no fueran Yeray y Valerio, sus socios de negocios en los viñedos, pero fuera de ellos, parecía que la rubia no tenía relación con nadie.

Corrió a buscar en Google a Lucrecia Montesinos.

Ella era la hija del embajador de México en España, Felipe Montesinos y había estudiado en Las Encinas, como Carla, entró al perfil de Instagram, al parecer lo tenía como cuenta pública y revisó publicaciones anteriores...

Tenía muchas fotos con Carla, demasiadas como para solo ser simples conocidas.

No, ellas dos eran amigas, había histories y Reels de ellas juntas, subió a sus publicaciones más recientes, la última era acerca de la graduación, donde estaba Carla también, era una publicación donde salían varios chicos, podía ubicar entre ellos a Valerio y la fotografía ponía "Familia".

Pero no había más publicaciones... miró a Carla de nuevo, dormida en su cama y suspiró antes de dejar el teléfono en la mesita de noche, con el único pensamiento de que debía intentar hacer que Carla le contara un poco más de ella, al menos para que no cargara sola con tanto dolor.

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