Frida se levanta, mientras Ubbe va detrás de ella, abriéndose paso entre la gente, esquivando e ignorando a la gente que desea detenerlos para hablarles. La chica llega hasta ese lugar lleno de caballos, olvidaba que ya no tiene nada ahí, entonces Ubbe aparece.
—¿Qué haces? —cuestiona él.
—¿Cuál es tu caballo? —él le señala uno, Frida no duda en montarlo. Cuando Ubbe piensa que se irá, ella le da la mano para que suba. Entonces la chica comienza a cabalgar.
Ubbe no tiene idea de a donde van. Después de un rato cabalgando llegan. Frida se percata de lo descuidado que está ese lugar, esa no es buena señal.
—¿Dónde estamos? —Frida se alegra por deshacerse de todo ese bullicio del Gran Salón.
—Hvitserk vivió aquí con Margrethe, y fue el lugar donde ellos me ocultaron cuando escapé de Ivar —Ubbe sonríe, eso también le provoca preguntas, pero antes de que pueda cuestionar, Frida ha caminado para entrar a ese lugar,
Ella no encuentra rastro de Hvitserk, ese lugar ha sido abandonado hace mucho tiempo, el suelo aún tiene la sangre seca de Margrethe sobre él. Ella se sienta en esa cama, notando que el baúl con el que huyó de su esposo continua ahí, en una esquina de esa habitación. Ella lo ha revisado, está todo lo que dejó, menos la daga que ella tenía como trofeo. Ubbe aparece, sentándose a su lado.
—¿Hace cuánto tiempo lo expulsaron?
—Hace siete amaneceres.
—Lo piadoso habría sido asesinarlo. La pasará mal con este clima. Debo encontrarlo si aún sigue vivo. Nunca pude despedirme de él —ella está conmocionada, esperaba encontrar al chico ahí.
—Él ya no era Hvitserk. Era un vicioso, pasaba los días comiendo hongos y bebiendo cerveza. Tal vez ni siquiera te habría reconocido, perdió la cabeza —eso es doloroso de escuchar, debió haber sido más doloroso de ver. Entonces la chica suelta una risita cansada.
—Hizo lo que ninguno de nosotros logramos, vengó a Aslaug —Ubbe suelta una risita. Eso le dio gusto, a pesar del cariño que él comenzó a sentir por esa mujer, era lo que ella merecía.
—Él no dejó de pensar en ti. Se sentía culpable por tu supuesta muerte —Frida se siente peor por eso.
—Créeme que, si yo hubiera podido encontrar la forma de librarme, lo habría hecho. Después del asesinato de Aethelred me encontraron en el lugar donde nos ocultábamos. Estuvieron a nada de asesinarme, a ese punto de mi vida era lo que yo más deseaba en el mundo. Judith insistió en asesinarme, el rey Alfred me perdonó la vida porque sabía lo que su hermano sentía por mí. Me dejo a las afueras de Wessex. Los cristianos no me querían cerca de ellos, y entonces me uní a un grupo de bandidos. Todos eran personas que la sociedad había rechazado, o que no lograron adaptarse. Les pedí que me llevaran a Anglia oriental, Aethelred me dijo que Alfred había otorgado esas tierras a los vikingos, pero ninguno de mis amigos había estado ahí, ni siquiera sabían cómo llegar. Yo les propuse buscar esas tierras, y en el camino hacerlos de riquezas. Nos tomó un largo tiempo encontrarlas. Sin saber que las habíamos encontrado llegamos ahí. Podría reconocer a un vikingo entre un océano de sajones.
Ubbe suelta una risita. Entonces recuerda aquello que escuchó del rey Harald: Frida se casaría conmigo, era mi prometida y llevaba a mi hijo.
—¿Eras la prometida del rey Harald? —Frida suelta una risita. Por supuesto que ese hombre no se quedaría sin decirlo.
—Otra larga historia Ubbe.
—Tengo tiempo —responde sonriente.
—Unos hombres me ayudaron a llegar a Inglaterra, una vieja amiga de mi padre me dio un lugar para quedarme. Era una mujer vikinga que decidió ser cristiana, después de casarse con un cristiano. Lo que viví con ella fue espeluznante y horroroso, pero ya te hablaré de eso otro día —Ubbe ríe, está ansioso por escuchar todo lo que ella ha vivido, él no tiene mucho por contar—. Yo estaba embarazada cuando dejé Kattegat, así que esa mujer intentó casarme con un cristiano, pero días antes de la boda aparecieron los mismos hombres que me llevaron, sólo para saber cómo me encontraba, yo les rogué que me llevarán de vuelta con ellos a York, ahí hablé con el rey Harald. Él me propuso defenderme de Ivar a toda costa, a cambio debía convertirme en su esposa, yo acepté sin pensarlo mucho, la verdad es que no quería que ese bebé creciera en la miseria, ni sin una estabilidad. Era mi hijo y lo amaba.
—¿Qué pasó con tu hijo? —cuestiona intrigado.
—Meses después ocurrió esa batalla en la que nos vimos, me hirieron, nadie pudo recuperar mi cuerpo, supongo. Después de ser resguardada por Aethelred, comenzamos a acostarnos, y mi vientre sólo creció. Él creyó que ese hijo era de él. Entonces un día mi hijo sólo salió de mí. El día que me echaron supe que Judith sabía sobre mí y el príncipe, y ella lo había convencido de hacerme expulsarlo con algunos tés —eso debió haber sido terrible para ella. Ubbe se siente mal por Frida, piensa en que todo eso pudo arreglarse si Ivar no la hubiera traicionado.
—Y todo el tiempo ese fue el hijo de Ivar —habla deduciendo todo. Frida sólo sonríe y niega. Ubbe no lo entiende.
—Pero abandonaste Kattegat embarazada. ¿Acaso te metiste con otro hombre para hacerle creer a Ivar que ese era tu hijo? —ella suelta una risita.
—Amaba a Ivar con mi alma, tú sabes que jamás le habría hecho eso. Cuando lo descubrí con esa mujer Freydis, nos golpeamos. Él no sabía que yo llevaba a su hijo, por eso no tuvo cuidado, y golpeo mi abdomen, ahí perdí a su hijo. El niño que yo llevé a Inglaterra era de Hvitserk.
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FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)
Fiksi PenggemarLargos caminos de miseria y sufrimiento. Sin embargo, aunque todos hubieran sido claros, tal vez no habría diferencia. Si los dioses no lo hubieran querido, jamás nos habrían reunido. ¿Acaso los dioses gozan con ver nuestra angustia al borde del a...