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—¿Estás bien? —cuestiona Ivar

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—¿Estás bien? —cuestiona Ivar.

Frida se ha sentido realmente atacada por los comentarios de Katia, los sintió demasiado hirientes y con una intención perversa, pero no podía ponerse a llorar frente a ella. Y ahora, al ver a Ivar, se siente más sensible: sabe que Ivar la hirió, fue capaz de traicionarla y mentirle a la cara, con toda intencionalidad de hacerla sentir mal. Así que no, Frida no está bien. 

Ella sólo se acerca hasta Ivar, camina para sentarse a su lado, y él ve esa expresión, conoce a Frida como la palma de su mano, o al menos eso era antes de alejarse.

—¿Me amas? —pregunta ella, Ivar no sólo está confundido, se siente culpable. Esa expresión es una que él había olvidado, esa Frida temerosa y herida, intentando buscar seguridad y cobijo en alguien más, temiendo ser una carga para la otra persona.

—Te amo con mi vida Frida, no existe fuerza divina que me impida amarte —ella lo ve a los ojos, y a pesar de ver completa sinceridad no le cree.

—¿Podemos recostarnos un momento? —Ivar sólo asiente, moviéndose enseguida para hacerlo, Frida lo ayuda, y apenas él está cómodo, la chica se mueve para recostarse y abrazarlo.

Ivar siente un nudo en el pecho y la garganta, su estómago parece revólverse. Ella se refugia entre esos brazos. Él tiene miedo de tocarla, pero no duda un segundo en ofrecerle esa seguridad que ella buscaba, pegándola a su cuerpo y comenzando a acariciar ese cabello. Al pasar sus dedos entre esos mechones rubios se pone a llorar.

La cercanía de sus cuerpos, las manos de Frida acariciando su torso, el calor que se trasmiten y la unión de sus fragancias son mágicos, y una experiencia que Ivar añoraba volver a experimentar. Esos eran sus momentos favoritos de su día, cuando al anochecer los dos iba a dormir, pero antes se mantenían abrazados y cerca, tocando su piel, sintiendo sus respiraciones, intercambiando su calor. Ese es el mejor regalo que Frida podría haberle hecho a Ivar. Le parece una experiencia religiosa, como un orgasmo sin necesidad de sexo.

Ivar no puede parar de llorar, recuerda la última noche que la sostuvo así, él sólo pensaba en el sacrificio que haría al acostarse con Freydis para intentar concebir un hijo, y sólo rogaba que los dioses no mintieran e hicieran que su Frida se alejara, pero ahora se siente un completo estúpido por haber malinterpretado las palabras del vidente aquella tarde que ese hombre intentó violar a Frida en el mercado.

FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora