Cuando Hvitserk despierta lo hace en medio de la noche, con Ivar a su lado, sólo que Frida ha desaparecido de su lado. ¿Acaso fue una ilusión el haberla pensado con ellos? No, definitivamente no puede ser posible. Él intenta levantarse, buscando entre todos esos bultos a la chica. No tarda en reconocerla al verla sentada, casi a un lado de él, recargada en un esos pequeños muros que delimitan el barco.
—¿Frida? —ella está despierta, no ha podido conciliar el sueño, ella sólo le presta atención y le sonríe. Sus rasgos son visibles gracias a la luz de luna.
Hvitserk no duda en regresar ese gesto, y levantarse para sentarse a un lado de ella, dejando a un lado a Ivar, quien estaba cómodamente recostado en su hermano, pero eso no logra despertarlo.
—¿Cuándo regresaste a Kattegat? —cuestiona él.
—Había vuelto poco más de una semana. Aunque sólo estuve un par de días en la ciudad, enseguida comencé a buscarte.
—¿Hablas en verdad? —él está emocionado por escuchar eso.
—Por supuesto. Necesitaba encontrarte, saber que estabas bien, por eso regresé a Kattegat. Tienes una promesa pendiente conmigo, dijiste que me llevarías a recorrer el Mediterráneo, aún lo debes —Hvitserk suelta una risita.
—Por supuesto que te llevaré. Ahora no sé a dónde vamos, o que será de nosotros, pero lo haré —Frida tampoco lo sabe, y por eso levanta la vista, para observar a Ivar durmiendo. Luce tan inocente y tranquilo, ¿quién diría que ese hombre fue capaz de hacer todo lo que hizo?
—Lo sigues amando —menciona él.
—¿Qué? —cuestiona ella algo impactada—. No.
—No fue una pregunta. Aún lo amas.
Frida no puede dejar de observarlo y sólo suspira.
—Es el peor de los hombres que he conocido. Es malvado, pero intenta fingir que no es así. No sé porque los dioses sienten placer al unir mi destino con el suyo. Y el tuyo también. Parece que nuestra maldición siempre será Ivar The Boneless —Hvitserk suelta una risita. No sabe que decir, o que preguntar.
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FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)
FanfictionLargos caminos de miseria y sufrimiento. Sin embargo, aunque todos hubieran sido claros, tal vez no habría diferencia. Si los dioses no lo hubieran querido, jamás nos habrían reunido. ¿Acaso los dioses gozan con ver nuestra angustia al borde del a...