FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)

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—¿Qué esperas? —grita aquel hombre que debe ser el líder—. ¡Mátala!

Ivar no sabe cómo reaccionar, está pálido. Desde que pareció reconocerla al pelear, creía que era imposible que esa fuera su Frida, pero ahí está ella, arrodillada ante él, con sangre en el rostro y una expresión de furia que oculta sus sentimientos reales de temor. Ella está a punto de ser asesinada frente a él.

—La conozco. No la asesinaré, es importante —ninguno de los dos puede quitarse la mirada, Ivar siente miedo en su estado más puro, está impactado, no creyó volverla a ver. Tiene mucho por decir, y mucho por preguntar, no dejará que la asesinen, a pesar de que la forma en que ella lo observa, le indica que no es buena idea dejarla vivir.

—¿No viste lo que acaba de hacerle a nuestros soldados? —aquel hombre se acerca, camina a ellos dos con rabia—. Es una asesina de cristianos.

—Por esa razón la necesitamos de nuestra parte —Ivar está desesperado, salvará su vida bajo cualquier costo—. Es poderosa, una de las mejores vikingas, protegidas de mi padre. Ella es una hermana para todos los hijos de Ragnar. Es una increíble estratega, si la hacemos hablar, nos ayudará a conquistar Escandinavia de la forma más sencilla que podrías imaginar.

Frida sólo está ahí, de rodillas, siendo amenazada por esa espada a unos centímetros de cortar su cuello, mientras esos hombres discuten por su destino.

—Si el príncipe Oleg se molesta porque acepté llevar a una pagana en los sagrados barcos nos asesinará. Esta mujer traerá mala suerte, debo matarla.

—Eres el líder de las tropas, pero yo soy el encargado de esta misión, y si te digo que ella nos servirá, es porque así será.

—No te serviré, Ivar Lothbrok —habla Frida en su idioma nativo, y esas palabras son frías, lastiman al antiguo rey—. Estoy aquí para encontrar a Hvitserk, y prefiero morir, antes de que me apartes de mi propósito, no me interesa trabajar para los cristianos, mucho menos para ti.

Ivar encuentra la oportunidad perfecta para hacerla cambiar de opinión.

—Yo recién he encontrado a Hvitserk, está en el barco, ahora acepta servir a los Rus, o jamás podrás verlo de nuevo.