23

129 6 1
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Katia no está de humor con nadie, sólo se puede mostrar complaciente con su esposo, pero en realidad no soporta esa realidad en la que no logra comprender qué clase de magia usa Frida para tener a todos los hombres hechizados. Ella no es idiota, y se hace una idea de lo que Oleg pretende. Los hombres se vuelven estúpidos cuando hay una mujer bonita, pero ella sabe que Frida posee la magia de los demonios, por eso es tan atractiva.

Así que ese día ocupa todo su tiempo en perseguir a esa pagana. Desea saber qué es lo que hace, y que clase de rituales satánicos práctica, ya que su belleza no sólo debe ser producto del mal, sin que también esa inteligencia y todos esos rasgos masculinos que la hacen tan enigmática para los hombres. Sin embargo, sus intentos son absurdos, pues no consigue nada. 

Ella está a nada de darse por vencida cerca de la noche, pero ese momento en que Hvitserk fue llamado por Oleg es aprovechado por Frida, quien busca desesperadamente a Ivar, con quien se ha muerto por hablar, luchando contra su propio razonamiento. Sólo que cuando está justo frente a esa puerta a nada de abrirla la vikinga sonríe y se queda estática.

Katia la observa sintiendo rabia por esa mujer. Es cuestión de que Frida decida entrar a esa habitación para acostarse con Ivar sin que el chico tenga la mínima intención de frenar las intenciones de la rubia, y la aborrece por eso. La aborrece por casarse con el hombre a quien amaba, la detesta porque ese hombre también la amaba de verdad, la odia porque Frida pude hacer lo que quiera cunado ella quiera, y sus comportamientos no tendrían el castigo de nadie. 

—¿Esto es lo que querías? —cuestiona la rubia en voz alta, Katia tiembla enseguida—. ¿O cuál es la acción que has esperado que haga todo el día, Katia?

Frida se gira a ver a la princesa espiando. Katia se oculta, detrás de esa columna que logra cubrirla, casi al final del pasillo. Enseguida se queda estática, esperando que Frida en realidad no la haya visto, pero es inútil cuando enseguida Katia se aterra al ver a Frida frente a ella, como una aparición. La rubia ríe por esa reacción, pero está realmente molesta. Esa princesa había estado siguiéndola después del desayuno, esa mujer había sido demasiado obvia, y Frida muy astuta.

—Eres hija de los demonios, eres la hija de Satanás y tienes poderes diabólicos —eso le parece gracioso a Frida. 

—¿Yo la hija del diablo? Yo no soy la que intenta romper a todo precio mis votos matrimoniales —Katia enseguida se aterra ¿cómo lo sabe?—. Ivar no te corresponde, y estás desesperada por tocarlo. ¿No es así?

Katia está aterrada, así que no sabe de qué lugar encuentra fuerzas para pararse firme y ser contundente, mostrándose furiosa.

—Ivar es un buen hombre, es el mejor de los hombres que he conocido. Su corazón es tan puro que tiene lugar para el Dios verdadero, y tú sólo has venido a dañarlo —Frida sonríe un poco molesta, pero demasiado tranquila.

—No conoces a Ivar, pero tienes razón en algo, sólo he venido a dañarlo y a jugar con él.

—Eres una bruja, una bruja apoyada por los demonios. Aléjate de Ivar. ¿Acaso no tienes suficiente con hacerlo sufrir por años fingiendo tu muerte? No tienes corazón, se lo has dado al demonio como ofrenda. Si no te alejas de Ivar me encargaré de que te asesinen. Tú no mereces a Ivar y él no te ama en verdad, es sólo una ilusión, si él te amara jamás te habría cambiado por Freydis.

Eso le duele a Frida, esa mujer fue su perdición, por esa mujer y las decisiones de Ivar todo cambió para ella. Por ese par su hijo murió.

—Ivar jamás tendrá castigo suficiente por lo que me hizo. Intenta matarme, te reto a que lo hagas cuando tú lo desees, incluso puedes intentarlo mientras duermo, pero mi fantasma te atormentará cada día de tu vida. Tú sabes más que nadie que Ivar me adora, y es por esa razón que tengo el poder de destrozarlo.

—Yo salvaré a Ivar. ¿Él te ha dicho que me parezco a Freydis? Pues el fantasma de esa mujer está apoyándome, Freydis no te ha dejado en paz ni, aunque esté muerta, ¿y sabes qué? Ni ella, ni yo descansaremos hasta que te exhibamos frente a todos como la bruja y farsante que eres. Te quitaremos todo lo que consideras importante de nuevo, y esta vez nos aseguraremos de que realmente mueras devorada por las bestias —todo ese discurso ha logrado enfadar a Frida, y sobre todo causarle una gran tristeza, ya que le recordó todo lo que Ivar y Freydis se encargaron de hacerle. 

—Aunque no lo creas puedo destrozarte a ti también, de mil maneras. La primera que se me ocurre es ir con el rey Oleg y contarle todo lo que sé sobre tus intentos de revolcarte con Ivar. Aléjate de mí y de él, sino quieres que Oleg los encuentre en su escondite secreto y a ti te exhiba como la zorra que eres y termine con tu patética vida quemándote viva frente a todo Kiev, tal como Ivar lo hacía con mujeres y niños inocentes, y que a Ivar lo condene a morir a causa del dolor por las terribles formas que tendrá de torturarlo. Desconocía las fervientes ganas que tienes de tenerme cómo tu enemiga, pero ahora que lo has mostrado te advertiré una solo vez: déjame en paz a mí y a Ivar. ¿En verdad lo quieres tanto? Gracias por decirme, porque por atreverte a meterte conmigo lo pagarás viendo como prefiere morir antes que estar lejos de mí, y si continúas con tu inútil tarea de intentar conquistarlo terminaré con tu vida de la misma forma en que él lo hizo con la mía: vagando en un lugar desconocido ofreciendo sexo a cambio de un trozo de pan, soportando ser tocada por manos desconocidas y asquerosas, durmiendo en la intemperie y luchando por que los animales salvajes no te devoren. Y sabes que eso lo puedo hacer con tan sólo abrir mis piernas a Oleg, y endulzarle el oído diciendo que lo amo, y que nuestros destinos se han juntado porque nos pertenecemos. Él no dudaría en echarte fuera del país para que no interfieras con nuestra felicidad. Así que es tu decisión, Katia.

Aquella princesa no está nada feliz con esas declaraciones, ni siquiera puede estar tranquila, y se ha quedado sin palabras. Si antes le tenía asco y aberración a Frida provocadas por una envidia visceral, ahora se siente profundamente aterrada.

—Recuerda que sólo me basta con entrar a esa habitación y desahogarme con Ivar de las terribles amenazas de muerte que me has hecho para que no vuelva a verte a los ojos. Y hablando de ojos soy la hija del diablo, y al igual que Dios, Satanás tiene ojos en todas partes, y sabré si intentas conspirar contra mí. Así que céntrate en verte bonita y darle sexo a tu esposo, o si no lo sabré y no tendrás idea del terrible destino que planearé para ti.

Frida finalmente le sonríe, y enseguida se aleja para cumplir su objetivo inicial, entrar a esa habitación donde Ivar se encuentra descansando, atento a la puerta que se abre sin haber sido tocada antes. Sin embargo, apenas ve a Frida, se levanta, sentándose en esa cama y sonriéndole. Es extraño que ella lo busque, pero eso le alegra profundamente más que extrañarlo, pero ve una expresión triste en el rostro de Frida, y eso borra su sonrisa. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora