FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)

27

—Eres mía, y siempre lo serás. Prefiero verte muerta, antes que en las manos de Ubbe, de Björn o del maldito rey Harald. Lo sabes perfectamente —Frida sólo tiene sus manos sobre las muñecas de Hvitserk, quien no deja de sujetar con fuerza, sin importar que Frida comienza a ponerse roja—. Hubiera preferido que los lobos te devorarán, antes que verte con Ivar de nuevo.

Hvitserk espera que Frida luche, que se resista, que lo golpee o que al menos grite, pero ella no hace algo, sólo se sujeta de esas muñecas de una forma suave, cómo si no quisiera hacerle daño, él no lo entiende. ¿Dónde está su Frida? Es cuando las manos de la chica resbalan, que Hvitserk la suelta, ya que a su cabeza llegó la imagen de Ragnar ahogando a aquella chica asiática en el lago, sólo por conseguir aquella sustancia a la que era adicto. Hvitserk no quería ser cómo Ragnar, y mucho menos asesinar a la persona a quien más quería.  

Ella en automático cae al suelo, tosiendo y respirando con fuerza a la vez.

—Lo siento Frida, lo lamento cariño —él se arrodilla para comprobar que ella esté bien. A pesar de todo no comprende porqué ella no peleó. 

Frida se recarga en la pared, intentando recuperarse de lo que le ha hecho. Mientras Hvitserk se acerca a ella, desconcertado, pero volviendo a aprisionarla, esta vez dentro de sus brazos, mientras se siente un idiota.

—Yo te amo Frida, por favor perdóname —la chica apenas es consciente de lo que pasa. No puede hacer nada más mientras lucha para que su respiración se estabilice. Y justo en medio de ese combate contra su sistema, Hvitserk se arrodilla frente a ella, toma su rostro y comienza a besarla.

Frida necesita aire, por lo que empuja al chico ligeramente, esto sólo ocasiona que Hvitserk baje el camino de sus besos a ese cuello, mientras llora. Frida lo permite, mientras no bloquee su respiración. Pero todo cambia cuando ella siente las manos del chico acariciando sus senos. Ella, un poco más lúcida, las aparta.

—Por favor vete —suplica ella.

—Perdóname cariño, sabes que yo te adoro. Lo sabes desde siempre. Perdóname por todo cielo, lo siento.